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Mostrando entradas de septiembre, 2024

Satanás

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Hace un rato estoy oyendo un podcast de un actor colombiano que ha tenido un giro interesante en su vida. El tipo se llama Andrés Parra, por alguna razón lo asocio a las películas en las que Mauro hace su magia con las luces y los ángulos de sus cámaras. Hoy, escribiendo esta entrada, me acordé de Satanás. Hace muchos años, antes incluso de estar con Mauro, leí el libro en el que se basa la película. Una historia horrible, Muy colombiana y muy bien contada por Mario Mendoza. El libro es buenísimo, era la primera vez (creo) que leía algo que me diera tanto miedo. Me acuerdo de estar congelada tratando de taparme el brazo con alguna cobija a las 4 de la mañana, porque no podía parar de leer para dormirme. Creo que leí ese libro en 3 o 4 días, asustada y entumida del frío y del miedo, así me pasa (o me pasaba cuando era más joven y no me ganaba el sueño) con los libros que me gustan mucho. Cuando comencé mi historia con Mauro estaba saliendo al cine Satanás. Han pasado muchos años desde

Los perros se parecen a sus dueños

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Siempre que pienso en esta frase me pregunto: ¿Qué tendrán de mi mis perros? ¿Qué tengo yo de ellos? Son dos animales tan distintos, tan opuestos. Eso me hace pensar que tal vez soy esquizofrénica, que tengo múltiples personalidades, y creo que sí, un poco, creo que, a todos, nos habitan múltiples facetas de nosotros mismos. Hoy estaba cenando con amigos (eso lo escribí hace días, hoy es domingo, y estoy, como muchos domingos, revolcandome en mi miseria), y les pregunté qué veían de mi en mis perros, y las respuestas fueron muy divertidas. Pensé en Salvador, tan histriónico y acelerado, tan ansioso, pero a la vez tan amoroso y noble. Y Capitán, reflexivo, callado, tranquilo, siempre muy dócil, pero protector y amoroso. Si mis perros se parecen a mi, pensaría que hay muchas cosas de mí que me gustan y otras que no tanto... como siempre. Hoy (domingo) pensaba también en el dolor de estómago, ese del que he hablado varias veces en este espacio, ese del que hablé tantas veces con María Ros

Principe y Pirula

El cierre de la casa de mi abuela paterna nos dejó herencias a todos. Yo, por ser la que siempre ha tenido perros, heredé una misión: darle sepultura final a los dos perritos de mi tía Fanny, que estuvieron en su estudio, disecados, por más de 30 años. Uno si se mete en vainas raras.