Satanás

Hace un rato estoy oyendo un podcast de un actor colombiano que ha tenido un giro interesante en su vida. El tipo se llama Andrés Parra, por alguna razón lo asocio a las películas en las que Mauro hace su magia con las luces y los ángulos de sus cámaras. Hoy, escribiendo esta entrada, me acordé de Satanás. Hace muchos años, antes incluso de estar con Mauro, leí el libro en el que se basa la película. Una historia horrible, Muy colombiana y muy bien contada por Mario Mendoza. El libro es buenísimo, era la primera vez (creo) que leía algo que me diera tanto miedo. Me acuerdo de estar congelada tratando de taparme el brazo con alguna cobija a las 4 de la mañana, porque no podía parar de leer para dormirme. Creo que leí ese libro en 3 o 4 días, asustada y entumida del frío y del miedo, así me pasa (o me pasaba cuando era más joven y no me ganaba el sueño) con los libros que me gustan mucho.

Cuando comencé mi historia con Mauro estaba saliendo al cine Satanás. Han pasado muchos años desde entonces. Ahora Andrés Parra ha dejado de ser protagonista de series de narcos y publica reflexiones en su canal de YouTube. Reflexiones que yo oigo y me resuenan en la cabeza. Toda esta introducción para hablar de uno de esos podcast, un capitulo en particular en el que el tipo reflexiona sobre la libertad que tenemos las personas de hacer lo que nos de la gana, porque no estamos obligados a nada. Nadie tiene ninguna obligación conmigo. Así como no tenemos obligaciones con nadie, nadie tiene obligaciones con uno. Vivir la vida de esa manera, dice Andrés, os hará libres, pero es difícil, muy difícil, ser totalmente coherente con ese principio de vida. 

Hace un buen rato, varios años, procuro hacer solo lo que realmente tengo ganas de hacer, y eso me ha costado bastantes desencuentros y reclamos. Bastantes. Pero así como trato de hacer solo lo que yo quiero, porque no me gusta que me jodan, no me gusta que me controlen, y no me gusta que me presionen, yo debería hacer lo mismo con el prójimo, no pedir, no reclamar, no exigir... Es más, ni siquiera esperar que alguien haga, diga, escriba, o se mueva para que yo me sienta bien o supla mis necesidades o expectativas. Y esa vaina es realmente muy jodida.

Pedir pa´ uno es fácil, es rico. Pero la vida se trata también de dar, de ser coherente, y de conceder al otro lo mismo que uno le pide. Pero, suele pasar, que en lugar de la iluminación, salen las exigencias y los reclamos, los mismos que a uno no le gusta que le hagan. Yo no me imagino, honestamente no me imagino, vivir la vida con alguien a quien le tenga que estar dando cuentas de qué hago, cómo, cuando, dónde y por qué. Decidí separarme de Mauro en parte por eso, porque un día me di cuenta que no quería darle cuentas, porque llevaba meses queriendo que él hiciera cosas que yo necesitaba (y que jamás iban a pasar) y porque llevábamos meses viviendo cada uno en su mundo, justificando nuestra distancia en nuestra libertad... Le doy cuentas a mi jefe, porque me toca, pero no debería. Yo no llamo nunca a mi mamá ( y creanme que a veces me parece que soy una persona miserable por eso). Recientemente aviso pa´ donde me voy de viaje y me reporto con más frecuencia con mi familia, soy muy desprendida, pero también soy buenísima para sentirme a ratos sola, miserable y abandonada por el mundo. Pero, eso sí, no quiero que nadie haga nada conmigo o hacia mi por obligación, eso me parece horrible. Yo no estoy pendiente de casi nadie, y eso no es bonito. Estoy haciendo más conciencia sobre este tema y procuro enviar mensajes para dar señales de amor y de cuidado. Soy consciente que en la vida uno recibe lo que uno da, y que la vida de uno refleja lo que uno es y lo que ofrece, pero si yo no ando llamando y enviando mensajes, por qué qué me extraña que mi familia y mis amigos no lo hagan? Nadie tiene la obligación de hacerlo, ni yo con ellos ni ellos conmigo, por eso, y en el mismo sentido que lo dice este Andrés Parra, es tan bonito cuando alguien manda un mensaje de buenos días, o preguntando uno cómo va, o diciendo simplemente la pensé. Es realmente lindo, y se agradece, porque nadie, nadie, está obligado a hacer eso conmigo. 

Y así como se viven las relaciones de amistad con tanta libertad, quisiera poder vivir las relaciones de pareja. Pero eso sí que me cuesta, ahí sí que se me sale un chip macabro, porque en las dos últimas relaciones que he tenido, quería saber qué hacían, dónde, cómo, cuando y por qué. Tal vez por eso la vida insiste en cruzarme con gente que no está disponible, a ver si depronto yo entiendo que nadie tiene ninguna obligación conmigo. Y a ver si yo entiendo que entre menos drama se le ponga a la vida menos sufre uno, porque no hay nada más desesperante que el melodrama que acompaña mis reflexiones cuando tengo un rollo amoroso. Si yo pudiera resolver mis dilemas de amor con la misma facilidad con la que despacho otros problemas, mi vida sería un jardín de rosas. Tal vez esa es mi discapacidad, lo que más vine aprender y a trabajar para volverme un ser más evolucionado. Tal vez si yo pudiera decir simplemente: "papi pues si no se puede no se puede y sigamos con la vida porque qué hacemos" o, por ejemplo, "Mi amor yo también lo quiero mucho, pero si sumerce decidió preñar a su amante, tener tres novias más, o volver con su exesposa, pues bien pueda haga lo que quiera de su vida, porque UD no tiene ninguna obligación conmigo".. Si las personas que llegan a mi vida en modo de "parejas" toman ese tipo de decisiones, yo por qué putas voy a sufrir? Ellos verán que hacen con sus vidas, yo, con todo el amor del mundo, les desearé lo mejor ... todos merecemos ser felices, y cada quien a su manera, dónde se sienta feliz. Pero que embolatadas tan hijueputas me pego yo tratando de desenredar la vida de alguien pensando que conmigo van a estar mejor, o luchando pa que me "elijan" (que eso es otro vídeo). La historia me ha demostrado que todo ha Sido siempre para mi mayor bien y beneficio. Y qué bueno que cada quien pueda hacer la vida que escogió, y ojalá en libertad.

Si yo pudiera, simplemente, desprenderme y entender que cada quien está donde le da la gana, como le da la gana, o aceptando las condiciones que le da la gana... Seguir mi camino en libertad, y con la misma libertad que le doy A mis amigos, relacionarme con el resto del mundo. Mis amigos saben, y si no lo saben se los recuerdo,  cuando aparezcan, en este pecho no habrá sino amor y gratitud por tenerlos en mi vida. Pueden haber pasado años, se les pudo olvidar 11 veces mi cumpleaños, me pueden dejar metida 5 minutos antes de una invitación, y, sin reclamos, los abrazaré y recibiré cuántas veces quieran aparecer, porque absolutamente nada, ni los años, ni las formas, cambian mi amor por ellos. Y esto no es Retórico, es en serio, porque la amistad es el vínculo que vivo con más amor y en mayor libertad. Tal vez, si yo entendiera y viviera la vida de esa manera con mi familia y mis parejas, podría, depronto, reírme más seguido. Así, hasta el yoga facial sería más efectivo.

La mención a Satanás no solo hace sentido por el recuerdo que me evoca de Mauro, y de las razones que nos alejaron, sino porque el exorcismo al que me estoy sometiendo en mis múltiples terapias, es al de mi alter ego fatalista y protagonista de novela. Quiero exorcizar al espíritu dramático y chocarrero que me quita horas de sueño y me arruga la cara con amarguras que no están sino en mi manera de ver ciertos aspectos de mi vida. Cada uno con sus demonios, yo, buscando la manera de mostrarle la puerta de salida de mi vida a algunos de los míos, los que, so far, he podido ir identificando. Tantas vueltas pa no decir mucho, pero no saben cuanto me ayuda ordenar mis ideas en estás letras. 




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