Monsters
¿Qué es un monstruo? Llevo unos días pensando en esto.
Hace un par de noches estaba oyendo canciones en YoutubeMusic y poniendome triste. En una de mis listas salió esta canción de J. Blunt, Monsters y oyendo la letra lloré como una niña desconsolada.
Los monstruos nunca fueron un tema en mi infancia. Es decir, nunca pensé que debajo de mi cama o en el closet se escondiera algún monstruo. Mis miedos eran distintos. Sí, me daban miedo los fantasmas, y sí, vi muchas peliculas de terror con mis amigos del conjunto y con mis primos. Jugué Ouija y tuve pesadillas con Freddy Krüger. También mi abuelo me contó muchas historias de miedo, muy rurales, de la Llorona y de la Patasola, historias de ríos y de montes Colombianos. Alguna vez, una amiga en la Universidad, nos contaba una historia terrorífica que le contó a ella su abuelo. En el relato, un hombre campesino estaba montando un caballo, se encontraba en el camino a una niña vestida de blanco, la recogía, y cuando se daba vuelta, las piernas de la niña se arrastraban en la hojarasca. Oyendo lo que pasa con los niños en este país hoy en día, yo le diría a esa niña, asi fuera un espanto, que ni se le ocurriera montarse en el caballo de un extraño, pero en fin. Los monstruos en la adultez son distintos.
Pero sí, es cierto que en la infancia había quienes se ocupaban de cazar los monstruos, de alejarlos y de mantenerlo a uno en una zona segura. Los papás, los hermanos mayores, los tíos, los cuidadores en general, se ocupaban (y me considero muy afortunada por eso) de proveer una casa con una estructura segura, una donde no se podía meter un ladrón, y que tampoco podía tumbar soplando el lobo. Se ocupaban de que hubiera comida, ropa caliente, agua, luz, incluso tvcable. Yo fui muy afortunada en mi infancia, tuve muchos amigos en el barrio y el colegio, muchas comodidades y muchos juguetes. Anita, de hecho, me detestaba (según ella) porque yo caminaba por el colegio, muy creída, con mis útiles fucsia entre una maleta de la Barbie cuando estábamos en segundo de primaria. Fui muy privilegiada, siempre. Crecí en un ambiente de comodidades, hice viajes, tuve vacaciones en la playa, me dieron muchos gustos. Tuve una infancia feliz, creo yo, porque no me faltaba nada. Viví navidades con miles de regalos y momentos divertidos con los dos clanes. Jugué hasta el cansancio, casi a diario, con un grupo de muchos amigos (que aun conservo) de mi barrio, lo cual era muy divertido. Siempre tuve con quien jugar, me reía, estaba sana, no comía tan bien pero por consentida, estudié en un colegio donde no me maltrataron jamás. En fin, puedo enumerar miles de cosas maravillosas de mi infancia.
Entonces, me pregunto, ¿de dónde sale tanto monstruo? ¿Por qué ahora la vuelta es con la niña interior ? ¿por qué ahora de vieja es que no duermo por tanto miedo que se me apila en la almohada? ¿Será que ahora que yo estoy a cargo de proveerme todo, de asegurarme mi propio bienestar, me da miedo no ser capaz de hacerlo si no tengo ayuda? ¿qué putas pasaría conmigo si me enfermo? ¿a mi quién putas me va a cuidar si me pasa algo en la vejez?
Me acompañan muchos monstruos últimamente y no me quiero justificar por eso. Sí, hablo desde mis privilegios y sí también tengo miedos y ando cazando espantos bajo las escaleras oscuras. Los monstruos que se apilan en mi closet por estos días son mis miedos y mis carencias afectivas, fruto de la mala gestión de las emociones con las que crecí en mi familia. Vivo con miedo al monstruo de las cuentas por pagar cada mes (y no tengo hijos ni grandes deudas) pero las obligaciones de mi vida cómoda (que tengo que pagar) me implican trabajar sin tregua. Seguramente no hago una buena gestión de los ingresos o no ahorro suficiente, no lo sé. Me abruman los impuestos, las obligaciones, los deseos reprimidos, la falta de aventuras. No sé.
Carlos, un querido amigo, envió hace unos meses un mensaje en el que hablaba de otros monstruos, lo cito: "El hambre, la pobreza, el frío, la exclusión, son aterradoras, y se viven todos los días alrededor nuestro, todos los días en las calles del país convivimos con ellos", y cita, él a su vez, a Marguerite Yourcenar (porque Carlos profesa el credo Youcenariano) quien pone en los labios del emperador Adriano las siguientes palabras: "Cuando hayamos aliviado lo mejor posible las servidumbres inutiles, y evitado las desgracias innecesarias, siempre tendremos, para mantener tensas las virtudes heroicas del hombre, la larga serie de males verdaderos, la muerte, la vejez, las enfermedades incurables, el amor no correspondido, la amistad rechazada o vendida, la mediocridad de una vida menos vasta que nuestros proyectos y más opaca que nuestros ensueños - todas las desdichas causadas por la naturaleza divina de las cosas". (Memorias de Adriano de M.Yourcenar).
Esos son los monstruos de mi adultez, los que menciona M.Y en su texto. Me aterra una vida más opaca que mis ensueños de juventud. Creo que he vivido mucho, muchas experiencias y muchas vidas en una sola. ¿Dónde esta ahora el sentido de mis días? Lo ando buscando. Tal vez mi papá me ayudaba a alejar por las noches algunos de esos monstruos, pero ahora me toca a mi. Mis amigos me ayudan, cuando me lanzan salvavidas, cuando me escuchan, cuando aparecen para sacarme de mis loops mentales. Aparecen sin llamarlos, cuando más los necesito, y me ayudan, como dice el Buda, a no hacer cosas que generan sufrimiento.
No sé de qué se trata realmente esta entrada, ando cazando monstruos debajo de la cama, porque necesito dormir y descansar. En las terapias salen muchos fantasmas, y la idea no es que me ronden la cabeza toda la vida y todos los días, sino aprender a resignificarlos, para que dejen de ser monstruos y se conviertan solo en experiencias.
Comentarios
Publicar un comentario