Las lecciones de Amada: Despedir a la niña que necesita a su papá.

Amada es una amiga de esas indispensables y sus palabras hoy me tocaron el alma, y me ayudaron a entender algo importante: 

Despedirse del papá implica, al menos en mi caso, despedirse de la niña interior. La muerte de mi papá me ha llevado – y por un camino muy particular - a hacer el trabajo interno y profundo de ver y reconocer a esa niña asustada a quien el papá la acogía y la ayudaba a resolver la vida. Esa niña a quien le cogían la mano para caminar y a quien le mostraban el camino (A esta niña le mostraron un camino y ella cogió por otro lado su vida y se convirtió en quien soy yo hoy, y eso requirió valentía, pero a veces se me olvida).

Hoy veo a esa niña asustada, la miro a los ojos, busco contenerla con amor y seguridad, la estoy tomando entre mis brazos y le estoy haciendo entender (a ella y a mi mente) que yo ya no soy ella. Por mucho tiempo ella ha estado presente y ha actuado y tomado decisiones desde el miedo, en muchas ocasiones esa niña ha pensado que está manejando un carro sin haber aprendido a conducir, y está aterrada. Pero hoy le digo: tranquila, sin miedo Karen, sin miedo, que no es tu responsabilidad tomar las riendas, eso me corresponde a mí (la Karen de 40 que escribe hoy esta carta). Ayer, hoy, y seguramente en adelante, estas cartas a mí misma son las cartas a mi niña interior asustada para decirle que no hay nada más que temer, que yo ya soy el adulto que toma las decisiones, que yo soy el capitán de este barco que es mi vida, que no se preocupe, que puede dormirse o mirar por la ventana, porque yo sé qué tengo que hacer. 

Lo primero es perdonarnos (a la niña y a mí) por habernos dejado llevar del miedo y la ansiedad. Me perdono por cada día que la ansiedad me llevó a ver una realidad destructiva y distorsionada. Me perdono por cada día que el diálogo interno solo me llevaba al sufrimiento. Me perdono por las malas decisiones, por el tiempo que me he tenido descuidada y me doy permiso de dar un paso adelante. 

Karen, niña hermosa, deja de tener miedo, porque Karen, la mujer que te escribe, te está viendo y te quita el peso y la responsabilidad de su vida. Karen, la mujer, ha caminado el país sin miedo y sin repelencia por los moscos y los conflictos de cada territorio, ha estudiado, ha leído, ha aprendido, ha crecido, tiene trabajo, tiene proyectos, comparte conocimientos, aprende de los demás, vive sin tanta pretensión y es feliz con pocas cosas y muchas experiencias. Karen, esta belleza y bombón, sabe cocinar y no te va a matar de hambre, sabe reírse y ha estado en terapias, ritos chamánicos, retiros, cursos, sesiones, charlas y vivencias, que le han mostrado que lo primero que debe cultivar es su amor propio y que con eso no volverá a sentirse atacada por nada ni por nadie. Todo está en mí, es hora de asumir la vida de otra manera. Karen, la mujer, entiende que su papá ya no está para cuidarla y que su amor infinito le ha dado fuerza para ser independiente y haber construido una vida en contra de todos los mandatos sociales que le correspondían. Así que Karen, mijita, no tengas más miedo, que yo ya estoy al mando. 

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