Conmemoraciones

Hace dos meses se murió mi papá. Yo siempre tuve mucho miedo de este momento, me asustaba hasta pararme los pelos pensar en que mi papá se fuera de este plano, y hace dos meses se fue. 

Yo no sé cómo describir lo que siento. No creo que nadie que no lo haya vivido alcance a entender el vacío que genera la orfandad. Yo lo siento como un hueco frío en el estómago que me produce mucho desasosiego. Una tristeza que se instaló en mis huesos y que no sé cómo sacudir. Yo disfruté mucho su vida y agradezco infinitamente a todos los dioses y a la vida por haberme dado ese papá, pero esto de despedirlo está difícil. La ausencia es algo difícil de aceptar, el vacío es algo difícil de soportar. La muerte es difícil de asimilar. No sé cómo describir este sentimiento, esta sensación de angustia y pánico, esta vaina entre las tripas y la piel. Que cosa horrible! 

Las conmemoraciones de las fechas importantes son parte de los ritos de paso que las sociedades han creado para marcar momentos de cambio, para recordar eventos que definen un antes y un después. Yo hoy entiendo que esto marcó mi vida y que nada será igual en adelante, habrá que encontrar una nueva normalidad y seguro muchas de estas sensaciones se van a transformar en el tiempo. La pesadez de la tristeza se irá y el miedo se disipará, no lo dudo, pero eso pasará cuando pase, ni antes ni después. No haré caso a nadie que me invite a ir más rápido o a pararme de una manera distinta ante este momento de mi vida. Lo duelos se viven como mejor se puede y son, sin duda, un proceso de aprendizaje. Confío en que esto pasará y que todo se transformará, mientras eso pasa, abrazo este miedo y esta tristeza y me permito vivirlas, porque extraño a mi papá y despedirlo me duele. 

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