Escaparse y volver a encontrarse

A veces escaparse es necesario. A veces es necesario salir de los espacios cotidianos para recordarnos quienes somos y que la vida es más que esperar sentado a que las horas pasen. En mi circunstancia actual, estar en  mi casa se hizo insoportable, y gracias a mis amigas me pude escapar por unos días. Mis amigas son ángeles, luz, amor y compañía, son un polo a tierra, son una voz que llama a la cordura. Afrontar en soledad el duelo por la muerte de mi papá no ha sido tan fácil, y soy muy consciente de la compañía que ofrecen familia y amigos en la distancia, la soledad física es la que más me está costando en estos momentos, y por eso me escapé. Pasé unas semanas de reconfortante conexión con el cariño de mi gente, las historias que me recuerdan quien soy, la deliciosa compañía de los amigos, las charlas, las risas, los planes, y todo esto me animó y me devolvió algo de calma. Me escapé unos días de la soledad de mi casa, pero no me escapé de la sensación de vacío y de miedo que me ha acompañado estos meses. Siento que es algo con lo que seguramente debo aprender a vivir, reacomodar las tripas y el corazón y, como no, las emociones, para que la soledad no pese tanto y la cabeza no me juegue en contra. Ya voy de regreso a mi vida normal y espero que la valentía que requiere hacer este proceso siga conmigo, porque esto apenas comienza, y la vida sigue. A veces uno necesita escaparse para coger fuerzas, recordar quién es y volver al ruedo sin tanto miedo. Me repito una y otra vez que estos momentos de crisis no me definen, que mi vida es mucho más que estas circunstancias, y me aferro a eso para continuar la vida como venga, sin miedo, Karen, sin miedo. 


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