Un lunes en la playa...

Estoy de visita por Santa Marta, compartiendo tiempo con mi tía favorita de la vida, y pasando tiempo en la casa que mi papá y ella compraron hace muchos años. Acá pasé mucho tiempo con mi padre, acá en esta casa tengo recuerdos lindos con mi familia de cuando era niña y no tenía tantas preocupaciones y agobios. Siento una nostalgia enorme por todos los recuerdos que me llegan de mi padre. He aprovechado esta visita para recordar a mi papá, para tratar de volver a conectarme conmigo, para ver el cielo, ver el mar (de lejos) y conversar con mi tía. Le he preguntado mucho sobre la historia de mi familia, sus padres y sus abuelos, personas a quienes no conocí, pero de quienes recibo una herencia de genética y una carga de Karma, de lealtades y de tantas herencias aprendidas que cargamos encima y no nos damos cuenta. Siendo o no esotérico, creyendo o no en la reencarnación (yo por lo menos todavía no entiendo del todo la reencarnación), no se puede negar que lo que aprendió mi bisabuela se lo trasmitió a mi abuela, y ella a mi mamá, y así llegaron algunos patrones de crianza que han marcado mi manera de estar en el mundo. Dicen que cuando uno es la oveja negra de la casa, que cuando uno es quien se va y no acepta vivir como estaba estipulado, uno viene a romper esos patrones. Yo no tengo ni idea si lo que yo estoy viviendo y aprendiendo influya en el resto de mi familia, yo decidí no tener hijos así que no tengo nadie a quien maleducar, entonces no sé bien cómo funciona, pero si romper eso funciona para mí, bienvenido sea. Según lo que me contó mi tía, por el perfil de personas que me describió, ninguna de mis ancestras habría ido un lunes a la playa, ni habría tenido 3 separaciones, ni habría cambiado de casa y de ciudad como una veleta como lo he hecho yo. Seguramente para mi familia ir un lunes en la tarde a la playa puede hasta pensarse con algo de culpa porque pareciera que no se está haciendo lo que se tiene que hacer... pero, Mi vida en Macondo me ha ido mostrando que el deber ser es relativo, que la vida cambia y es flexible, que no hay patrones estrictos en horarios, y eso no quiere decir que uno sea un vago. Pero las cargas de la culpa del deber ser nos acompañan, y yo hoy fui a la playa, caminé, tomé el sol, metí los pies en el mar y disfruté ese momento. 

Al fondo de la playa, en el horizonte, se veían varios barcos que avanzaban lentamente. Recordé que mi papá amaba los barcos y en su juventud estuvo en la Armada, estando en esas y con su uniforme blanco y sus ojos azules conoció a mi mamá y ella se enamoró. Muy rápidamente se casaron y tuvieron dos hijos, estuvieron casados 30 años, no sé cuántos de ellos habrán realmente disfrutado, lo que sí sé con certeza es que cuando se divorciaron mi padre hizo un bar en su apartamento que decoró con barcos, le encantaba el mar, pero jamás se metía al agua. Hoy yo hice lo mismo, disfruté el mar, pero solo metí los pies, para empezar a reconectarme con mi alma y con lo que me gusta hacer en la vida, porque ando embolatada y desconectada de mí misma. Este blog, estos espacios de escritura que recientemente me he permitido compartir con más personas, son el único polo a tierra real que me saca de unas cavilaciones y diálogos mentales insoportables, fruto de mis inseguridades, de mis miedos, de mis dudas, de la incertidumbre que a veces aterra y también de los años de patriarcado que no nos han enseñado a tener un buen lugar en el mundo a las mujeres. Esto último lo digo porque me estoy replanteando la vida misma, el hecho de ser una mujer de 43, soltera, sin hijos, sin casa fija y con contratos temporales, sin pareja (o no lo sé), en todo caso con una figura más gruesa y con menos colágeno en el organismo. Me cuestiono a mí misma, me cuestiono en mi condición de mujer cuál es el sentido de mi vida si parece que todo en mi vida es impermanente y pasajero. A veces esto se vive bien, pero hoy siento una fragilidad ante la vida y ante todo que me aterra. Tal vez logre superar el miedo, tal vez transforme esta sensación en un salto al vacío, a ver qué pasa conmigo, para cambiar todo, quedarme con las manos realmente vacías y agradecer al Universo por lo que he tenido y por lo que venga. En este momento no sé de qué se trata mi vida, es increíble cómo la muerte de un padre puede poner todo a tambalearse. Todo lo que hacíamos de manera inconsciente, como sedados para no ver qué hay más allá del trabajo que hacemos y por el que nos pagan para pagar cuentas, y cuotas, y comida, y algunas fiestas... Hoy me pregunto ¿de qué se trata mi vida?, no lo sé, pero hoy es lunes, fui a la playa, ahora mismo estoy escribiendo desde la casa que en este momento es lo más parecido a una casa familiar para mí, con recuerdos de infancia, y me preguntó de qué se trata mi vida... y no tengo respuestas, tal vez no las necesito, tal vez no necesito certezas, ni tomar decisiones, ni decir que todo se acabó y que ahora todo será diferente, la vida tal vez es más sencilla que todo lo que llevo en mi cabeza y mi vida se trata de algo tan simple como caminar en la playa un lunes.


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