Los diferentes tipos de exilio

Creo que hay diferentes tipos de exilio, el exilio político y obligado por condiciones de represión; exilio por convicción, cuando no podemos estar más en un lugar que va en contra de lo que consideramos fundamental en la vida; exilios económicos, cuando no podemos sostener una vida digna, o medianamente cómoda en el lugar donde vivimos; y el autoexilio, que corresponde al hecho de apartarse del mundo y el entorno conocidos por voluntad propia para ir en busca de algo (en busca de la vida misma). Las razones para el autoexilio pueden ser distintas, en mi caso, creo que el autoexilio corresponde a mi necesidad de estar más cerca de mi lugar de trabajo y a las ganas de buscar un estilo de vida más acorde con lo que me mueve en la vida, una vida en el campo, o una vida con más sentido, con menos smog, con más árboles, otro clima, en fin, razones hay miles. Yo busqué el autoexilio desde hace muchos años y he vivido en diferentes lugares del país y una temporada en otro país. Lo he escogido, ha sido mi decisión, nadie me ha empujado jamás a vivir lejos de mi ciudad de origen y de las personas que conforman mi familia natural/genética/de sangre y mi familia escogida - mis amados amigas y amigos. Vivo lejos de todos ellos por voluntad propia, porque he ido donde los trabajos me han llevado, y lo he disfrutado mucho. He aprendido, he crecido, me he formado y he conocido diferentes formas de vivir en este mundo. El autoexilio me ha permitido, además, hacer nuevas relaciones y amistades que hacen parte fundamental de lo que es mi vida hoy en día, y eso no tiene precio. Lo que sucede en este momento preciso de la vida es que la muerte de mi papá, los años, las ganas de echar raíces en alguna parte, y esta búsqueda de sentido a mi vida, me están haciendo ver que este autoexilio también tiene un precio que me está costando llevar en este momento, y es esta terrible sensación de soledad y de falta de sentido al lugar donde vivo. 

Esta casa, que con tanta emoción organicé en algún momento, es donde pude reunir después de años los objetos que tenía regados por diferentes lugares después de varias mudanzas y 3 separaciones. En esta casa junte mis objetos, muebles que me regalaron mis papás, un comedor que me regaló Tavo, las hamadoras que compré en parte (porque un % lo asumo como un regalo de Adriana y Jenny), la cama que compré en Colchones Oscar, la cama que le compré a Ana, las ollas de la casa familiar, los cuadros que me ha regalado Eulalia, las chucherías que me recuerdan regalos de Anita, de mis hermanos y de Amada, esas pequeñas cositas que muestran que cada persona que me ha dado uno de esos detalles me conoce y me quiere. Esta casa, donde vivo hace dos años, tuvo la función de ordenar mi vida, de reunir mis recuerdos, de recordarme que me gustan los jardines y por eso mi mamá y mi tía lo ayudaron a llenar con mucho amor. En esta casa hice una amistad con Genith quien cuida de la casa y de mí. Recibí a mi mamá, mi papá y su esposa en unas vacaciones que pasamos juntos, en contra de todos los pronósticos posibles y las predicciones apocalípticas de mis hermanos. En esta casa me ordené después de una fuerte revolcada. Pasé acá más de 10 meses sola en el confinamiento, con mis perros, y tuve tiempo de revisar cada alfiler que llegó en miles de trasteos y envíos que llegaron en varias etapas. Lo que queda acá es lo que constituye mis recuerdos y mi historia. Es lo que me llevaré a donde me vaya porque cada chócoro, así sea de plástico, cuesta y está cargado de sentido, y se necesitará donde esté mi siguiente casa. Y así como armé esta casa con amor y emoción, he decidido empacarla y recogerla hasta nuevo aviso, porque me preparo para una nueva migración, donde la vida me lleve. No me preocupa ya tener este espacio bonito y bien acomodado, en este momento hasta me pesa un poco y no tengo ganas, ni ánimo, de invertir mi energía cuidando de esta casa. Necesito un tiempo para acomodarme nuevamente por dentro, y para eso me moveré a ver a cada uno de mis seres queridos, es decir ustedes y quién sabe a quién más. 

Me alisto para conseguir una pila de cajas de cartón y meter esta casa en ellas porque el autoexilio en este momento es como un castigo innecesario. Este aislamiento, lejos de mis personas y de tantas cosas que hay para ver y para hacer en el mundo, es una medida incoherente. La vida me permite trabajar desde el computador en la medida que tenga una conexión, moverme a donde deba estar haciendo mi trabajo, y, en los intermedios, poder estar con quienes quiero estar. Una vez alguien a quien extraño enormemente en este momento me dijo: "No es lo que quiero, sino a quién quiero" y esa frase aplica para mi vida en este momento, no quiero un lugar, quiero a mi gente, quiero momentos, risas, charlas, caminatas, llantos, pendejadas compartidas con mis amigas... Quiero acompañar a Amada a sacar a Tupac, quiero reírme con Ana con la facilidad que se nos da cuando hablamos, quiero ver más a Anita y a su familia porque también son mi familia y los extraño, quiero tomar ginebra con Glenda y Manu y hablar por horas para entender nuestros miedos, caminar con Jahel, aprender de los aceites de Jenny, hablar de política con Rosario, acompañar a Pulga, reírme con Coque, volver a ver a Thomas y conocer a sus hijos, quiero bailar con Heidy, quiero que Carmi me haga un rezo, quiero hacer lecciones con Rebeca, quiero brownies de Gladys, quiero desayunar con Stefan, quiero abrazar a la Chili, quiero mis jueves de feminismo con Judy y Vivi para retomar ese espacio de aprendizaje y crecimiento, quiero almorzar con mis tíos, quiero ver a mis primas y reírme con ellas, quiero almorzar con mi familia los sábados, quiero tomar cerveza con mis sobrinos y sus amigos, quiero verlos a todas y todos porque la vida mía son mis personas y los momentos que comparto con cada uno de ustedes. Quiero estar con la gente que quiero y que me quiere, que extraño y que me hace falta, quiero brindar por los ausentes y llenar mi vida de momentos porque de eso se trata mi vida, de eso se llena mi vida, de lo que cada uno ha dejado en mi alma.

Agradezco en el fondo de mi alma al Universo por este espacio, por esta casa, por este trance, por esta pandemia, por esta vaina que me está pasando en las tripas que a veces me pone a llorar y otros días (cada vez más) a agradecer y bailar. Honro y agradezco este espacio, este trecho de vida en este lugar. Siento que es tiempo de aligerar las cargas físicas y moverme más. Las casas se arman y se desarman, eso no tiene problema, y lo haré cuantas veces sea necesario. Nada me ata en este momento, así que aprovecharé esta condición de vida y me iré a buscarlos, porque ya estuvo bueno de autoexilio.


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Mujer incómoda

El día de mi santo

Plenitud