El día de los muertos

Esta fecha se ha popularizado, al menos para mí, a raíz de la película de Disney COCO, así de superficial es mi conocimiento sobre esta fecha y no por ello la veo menos bonita y especial. Hoy hace cuatro meses se fue mi padre de este plano, yo lo pude acompañar a morir, tomé su mano y le hablé desde mi corazón, le pedí perdón y lo perdoné, le manifesté con todos mis sentidos mi infinito amor y gratitud hacia él, sus enseñanzas y cuidados de los que disfruté cada día de su vida. Ahora quedo yo en este planeta para poner en práctica lo que me enseñó mi amoroso y divertido padre.

Acompañar a alguien a cambiar de plano, a trascender, a morir, no es tan malo como yo pensaba, no es tan feo ni tan aterrador. Cada día que pienso en mi padre pienso en el día de su muerte y en su último suspiro, y agradezco haberlo acompañado. Recuerdo que hace unos años estaba en esta época trabajando en otros proyectos y estaba haciendo un recorrido en campo por los resguardos indígenas del Cauca. Trabajé unos días en Silvia con el pueblo Totoró y estaban preparando una celebración de muertos similar. Tenían cerrada la escuela para que las familias llevaran todo tipo de viandas: carnes crudas, vitualla, verduras, todo se dispuso sobre una mesa, crudo, y se iluminó con velas para hacer vigilia y que durante una noche los muertos pudieran disfrutar de lo que les gustaba en vida y bendecir el inicio de los ciclos productivos para quienes quedaban vivos. Esa noche la pasamos allí tomando un tinto dulce y oyendo historias de los mayores, muy centradas en cómo fueron despojados y arrinconados en sus tierras y cómo eran obligados a trabajar a cambio del derecho al techo para los grandes hacendados. Historias que se repiten y se repiten en esta geografía. Al día siguiente se montaron unas grandes ollas para hacer agua de panela y sopa, cosa que agradecí en el alma porque el frío nos calaba los huesos. 

Me gusta el día de los muertos, hoy más que antes, porque la muerte ha adquirido para mí una connotación diferente tras la muerte de mi padre. He perdido personas cercanas, dos de mis tías, una de cada lado de la familia. Ellas fueron personas que marcaron mucho mi vida, murieron hace unos años y su muerte había sido significativa, pero no pensaba mucho en ello. No había pensado mucho en la muerte en general y he perdido amigos, mascotas, varios familiares, la muerte no me había sido ajena, pero hoy, que es el primer día de muertos que le corresponde a mi padre, celebro y honro esta fecha con un sentimiento distinto. Le pido al Universo que él ya se haya fundido en el polvo de estrellas de alguna galaxia lejana, que su esencia no sea un espíritu que pena y vaga buscando verse reflejado en una foto, buscando reposo o darnos consuelo. No me gusta pensar en la muerte como una tragedia, al menos no la muerte de mi papá, porque su muerte correspondió con su vida, fue tranquila, yo creo que fue elegida, y eso me da paz.

El consuelo llegará a nuestras vidas en algún momento, habrá que tener paciencia. Por ahora me parece lindo ponerle velas a su foto que acompaña mis noches de reflexión. La muerte es parte de la vida. La vida y todo en la vida es impermanente y dejar de pelear con esto nos puede ayudar a ser más felices, o al menos menos histéricos y controladores. La vida es impermanente, todo cambia, todos cambiamos. Lo único permanente es el amor, y este sólo está en cada uno y se alimenta por dentro. Así que aprenderé a amar también la muerte.  




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