Honrar a la muerte...
Estos días han sido extraños,
muchas personas me han preguntado cómo estoy, no sé muy bien qué responder,
porque creo que estoy bien, bastante bien para haberme despedido de Godzila
hace apenas un par de días, bastante bien para haber estado lidiando con la santa muerte que tanto miedo nos da. No sé si debería estar mal, más mal, o cómo debería
estar. Pero la pregunta me ha puesto a pensar, más allá de la coyuntura actual, en cómo estoy hoy, cómo me siento y si sé para dónde voy. Como este es un
espacio de escritura terapéutica, en el que expongo y ordeno mis ideas para
tratar de entenderme, me animo hoy a hacerme un autorretrato escrito, a ver si
puedo responderles cómo estoy.
Si comparo mi sensación de
tranquilidad actual al estado de ansiedad, angustia, preocupación y desasosiego
en el que estaba hace un año, pues respondería que estoy re bien, porque
gracias al universo, los dioses y las diosas, y a muchísimo trabajo personal, además de una compañía
maravillosa de tanta gente que me ha rodeado y contenido con amor, ya no me
siento en medio de ese laberinto de tristeza en el que estuve atrapada hace
unos meses. Puedo decir, con el ánimo de dar mi testimonio, que todo se cura,
que no hay mal que dure cien años y que uno es más fuerte de lo que uno mismo
cree. Se puede salir del laberinto y de la oscuridad, se puede. Hay que tener
mucha paciencia, hay que tener compasión por uno mismo y hay que entregarse al
sentimiento y darlo todo para poder entender de qué se trata la tristeza y qué
es lo que nos viene a enseñar. Si me preguntan cómo estoy, pues la verdad tengo
gripa y dolor de garganta, pero me siento bien, seguramente el duelo por mi
perro sale en forma de resfriado, seguramente las emociones están aflorando en mi
cuerpo en forma de malestar, pero honestamente no me siento desconsolada. En este tiempo he aprendido a lidiar mejor con el miedo a la muerte y creo que eso le da un tono distinto a mi existencia. La muerte, la partida, la ausencia, son situaciones que nos generan mucha ansiedad porque tenemos mandatos de apego a la vida, las personas, las mascotas y las cosas, pero, de verdad, nada ni nadie es eterno.
Tomar la decisión de parar el
corazón de Godzila fue muy difícil, pero lo asumo como un acto de amor hacia él
y de cuidado hacia mí, porque la vida que le esperaba, si es que eso se puede
llamar vida, no iba a ser fácil para ninguno en esta manada. Días de cirugías,
pérdida de órganos, tratamientos dolorosos, falta de apetito, y una cantidad de
sufrimiento que no iba a garantizar que se recuperara, por eso, junto con su
veterinario, decidimos parar ese corazón amoroso y evitarle más convulsiones y
situaciones horribles. Él no se merecía eso y yo tampoco. Así que vivo esta
tristeza de una manera más tranquila pues creo que actué desde el amor.
Pensando en Godzila y en cómo
estoy me doy cuenta de que hoy en día soy una persona más consciente de mí
misma, de lo que hago y dejo de hacer, creo que este proceso de terapia y de
introspección han servido para salir del piloto automático que conduce nuestras
vidas por los mandatos sociales y familiares. Mi amiga Ángela me visitó en
estos días y me dijo una frase que oyó en un curso en el que estuvo: "Make
Your mess a message", que interpreto como una invitación a contar la
propia experiencia para que otras personas puedan inspirarse y/o al menos darse
ánimos al ver que los cambios son posibles y que todos podemos
redireccionarnos, en lo que sea que sea el barullo que cada cual tenga por
resolver. Hoy en día, por ejemplo, procuro no ver a mis exmaridos como malditos
o victimarios, sino como personas que me han permitido conocerme y darme cuenta
de lo bajita que tenía la vara en cuanto al autocuidado, la autoestima, la
autovaloración y el autorrespeto. Procuro no poner en ellos la responsabilidad
de las situaciones que vivimos pues entiendo perfectamente mi rol en cada una
de ellas como una oportunidad invaluable que me dio la vida para verme en un
espejo y poder dar pasos en otras direcciones. Mis situaciones con la familia y
el trabajo también me han enseñado mucho sobre mí misma, así que acá voy, en el
camino del autoconocimiento, para no caminar por la vida por caminar, sino
vivir con plena consciencia cada uno de mis pasos.
Así que yo diría que estoy bien pues superé una etapa muy oscura de la vida mirando a los demonios de frente, mirándome a mí misma a los ojos y entendiéndome. Hace un año un psiquiatra que consulté me recetó Prozac y Clonazepam, medicamentos que nunca compré, porque no quise tomar ese camino. Fue horrible, controlar la ansiedad a punta de buena voluntad y buenos amigos es muy difícil y hay personas con condiciones más complicadas que la mía que necesitan de esos fármacos, pero yo decidí que yo me iba por otro camino y alguien que la vida puso en mi camino (Helbert) me mostró desde su experticia que había otras opciones. Yo decidí entonces hacer terapia, salir de Valledupar, tomar distancia de mi relación de pareja tóxica, y comenzar a cuidarme, a cuidarme en serio. El camino del autoconocimiento me salvó la vida y eso me permite, hoy en día, hoy lunes festivo 15 de agosto, poder decir que estoy bien, porque ya no tengo esa angustia horrorosa, duermo, coloreo, leo, escribo, trabajo, viajo, veo amigos, y me engancho menos en las historias de amor. Solté, por fin, un amor de esos que se vuelven tormentosos, anoche oí una canción que me hacía recordarlo y sentí mucha tranquilidad. Pienso en Godzila, en mi papá, en mi amigo Robert que falleció el viernes y me siento triste, pero no desconsolada. Hoy, almorzando con Glenda hablamos sobre la felicidad y fue importante reconocer que, las dos, estamos más cerca de la felicidad, que ha pasado agua bajo el puente y que hemos aprendido a gestionar mejor las emociones. Yo atribuyo todo eso a una caja de herramientas que construí en este año para salir del túnel, una caja de primeros auxilios para el alma con objetos, actividades y personas que se conviertieron en faros para no estrellarme de nuevo. Esta caja mía consta de este blog, de muchas lecturas, de meditación, de oraciones, de mucho amor de amigos y familia, de colores, libros de mandalas, de mujeres, de charlas infinitas, de AMIGAS, de reflexiones y canciones.
My mess became my
message. My mess became my salvation.
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