Cerrando un largo ciclo

Desde hace unos días vengo sintiéndome distinta, más liviana puede ser, no solo porque he bajado 6 kilos, sino porque he bajado más de 6 toneladas de peso mental. Este fin de semana me puse a pensar en el proceso en el que estoy, esta revisión a fondo de mi persona que me ha permitido conocerme y siento, al menos mirando hacia atrás, que estoy claramente en otro lugar mental. Hace un año estaba agobiada por la enfermedad y el dolor, pasaba el día y la noche pegada al teléfono esperando la llamada del novio que tenía en ese entonces y quien por esta época hace un año comenzó a alejarse. También se había muerto mi papá y yo estaba aún muy enferma, peleando con mi familia, sintiendo que me habían caído las 7 plagas de Egipto multiplicadas por 10, tenía ansiedad, angustia, literalmente no podía respirar sin el oxígeno y no podía comer ni cocinar porque sentía la garganta cerrada por un nudo de tristeza. Hoy, montada en el avión de camino a Valledupar, venía oyendo unas canciones que hace un año no conocía y que hoy en día me llenan de energía. Una de esas canciones https://www.youtube.com/watch?v=mecB-i-4xBs me ayudó a transportarme en el tiempo, a acercarme a mí misma y me di cuenta de lo importante que es este cierre del que me ocupo esta semana. El viernes termino un ciclo laboral cerrando ya todo lo que quedaba pendiente del Programa en el que trabajo desde el 2018, pero no vengo a un cierre laboral, esto es aún más trascendental, por primera vez estoy cerrando un proyecto y mi vida no está ubicada en el mismo lugar del trabajo o en un lugar de profunda incertidumbre. Con ayuda de la terapia, las charlas y, como lo digo siempre, el proceso de autoconocimiento, en diciembre tomé una decisión muy acertada que fue mudarme de nuevo a Bogotá, y hoy, que estoy en Valledupar recogiendo facturas, actas, revisando en la mente este tiempo y despidiéndome de amigos, entiendo que, por primera vez en muchísimos años de mi vida, siento que mi vida no es mi trabajo, y que, como decía mi jefe con preocupación, mi vida no se trata de hacerle seguimiento al convenio de los Yukpa.

Hace muchos años, cuando me separé de mi primer marido, en el 2011, una terapeuta donde fui dos veces me dijo que mi vida estaba vacía y eso me pareció lo más horrible del mundo. En ese entonces no estaba lista para oír esas palabras y hoy las entiendo porque siento, por fin, que mi vida está llena de mí, por eso entiendo que estoy cerrando un ciclo más grande que un contrato. Hoy, mi vida no tiene sentido por un trabajo, no me define una relación de pareja, ni unos hijos porque no los tengo. Nada externo me define y en ese sentido no tengo nada que perder, ni siquiera a mi papá ni a Godzila cuya ausencia me duele en el alma y dolerá quien sabe cuánto tiempo más. Mucha razón tenía Glenda al decirme que la vida no es la misma después de perder a un papá, sino que uno aprende a hacer otra normalidad, ahora además sin mi perro. Pero hoy entiendo que uno no pierde nada, la vida es así, fluye, las personas transitan, están, dejan huellas, hacen parte de lo que somos y luego se van, a otros planos o a otros espacios, otros lugares, y dejan de ser parte de nuestros días porque ya cumplieron su función. Me siento profundamente agradecida de poder trabajar y caminar estas tierras, siento un lazo profundo con la Sierra Nevada, con los Montes de María y ahora también con la Serranía del Perijá, y más que con esos paisajes (que también hay un vínculo con esos ríos y esas montañas) con mis amigos que viven en estas tierras. Hoy siento que está muy bien estar en Bogotá esta temporada, tiene sentido estar en donde están mis redes, mi familia, con quienes peleo y me reconcilio, con mis amigas que me acompañan y me nutren, con mis ritmos tan particulares, con tantas cosas para hacer y aprender. Así que sí, estoy cerrando un ciclo, pero no es un ciclo de este trabajo, es un ciclo de tomar decisiones desde la inconsciencia, como una veleta, tratando de buscar quien soy en un trabajo o en un marido. Hoy no estoy tomando ninguna decisión de vida pensando en uno u otro, no hay un man que defina dónde debería estar, estoy sola y me siento libre de mis creencias sobre el amor que me limitaron por años. Tiene sentido pensar que mi vida es bella así como es hoy. Una noche hablando por teléfono con el novio de quien estaba tan enamorada el año pasado, sentía una angustia terrible porque sabía que esa persona se me estaba escapando como agua entre las manos, era tal mi angustia porque esa relación no se terminara, porque esa persona no se fuera, que gastaba toda mi energía haciendo de todo para prolongar los momentos con él, era tan desgastante, tan agotador como tratar de retener un río con las manos, en esa conversación me dijo: honestamente, cariñosamente y amorosamente espero verte pronto (eso fue hace 6 meses y no volví a saber de él), después de colgar me rendí y lo solté. Hoy en día agradezco tanto haber soltado, haber dejado que se fuera, ha sido tan importante resignificar este momento desde mi propia libertad que es lo único que le deseo a él y a todas las personas de mi vida, que sean libres. Agradezco haber soltado todo, a mis novios, mis maridos, mi familia, mis dolores, agradezco haberme liberado de mi misma navegando en mi oscuridad porque hoy puedo decir, sin temor a equivocarme, que cada vez tengo más claro qué quiero y que no y que no voy a volver a hacer cosas como meterme en una relación por mandatos familiares, ni a escoger mi lugar de vivienda por un proyecto, porque tengo una vida que va más allá de eso que es el deber ser de una mujer. Transitar una depresión tan fuerte sin medicamentos es un proceso muy difícil, pero el sábado me regalé una cita conmigo misma, me cociné un salmón delicioso con orellanas, me compré una botella de vino blanco, me puse música buena y me disfruté, y de eso está llena mi vida, de mí. Hoy siento que yo soy todos los momentos y las personas con quienes he compartido. Así que pasar el túnel de la oscuridad para ver la luz ha sido un interesante viaje para que Karen conociera a Karen. Agradezco a quiénes leen este blog porque me han acompañado, hoy todo tiene mucho más sentido y les agradezco su compañía. En la foto, que se tomó hace muchísimos años, está la mano de mi papá alimentando una gaviota. La muerte a veces también es un regalo para quienes nos quedamos, porque tenemos la oportunidad de aprender que todo es pasajero y que la vida es lo que queremos que sea, la impermanencia, bendita impermanencia, que me ha ayudado a entender que soy libre y que eso es lo que más valoro en mi vida en este momento. Soy libre!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mujer incómoda

El día de mi santo

Plenitud