Cartas de amor pa` la panthera onca




Hoy celebré el día del amor y la amistad con mi parche de amigas de los montes. Tenemos hace unos años la costumbre de jugar amiga secreta y esto es una excusa para recordarnos cuanto nos queremos, y regalarnos cositas de las que nos antojamos. La Adryx, por ejemplo, quería accesorios; la Jahel una lista de pendejadas tipo una bufanda monocolor (aunque también fue muy clara en lo que no quería, ni una libretica, ni comida perecedera, porque se va de viaje, a encontrarse consigo misma); Rosario, muy serena siempre, quería aceiticos para ayudarse a estar más calmada; la Jenny pidió una lista de mercado que incluía toda clase de accesorios y objetos cada uno más hippie que el anterior; de Inés nunca supimos qué quería; y yo pedí libros y una carta de amor. Quienes me conocen saben varias cosas sobre mí: que me gusta leer, que me encantan los libros y que siempre tengo una pila de libros en las diferentes mesas de mi casa, con historias (reales o de ficción) que quiero incluir en mis reflexiones y en mi cabeza. Me encantan los libros y sobre todo, me encantan las cartas de amor. Creo que al decir eso se pensará, equivocadamente, que me refiero a cartas de amor romántico, pero no, me refiero a cartas, mensajes, dedicatorias, noticas, que expresen, en palabras escritas, el amor que siente mi gente por mí. Yo expreso el cariño en comida, en tratar de estar pendiente de la gente, en gestos que la gente no siempre entiende o sabe leer, y también expreso el amor en estas letras que se amontonan en este blog. Siento un profundo amor por cada una de las mujeres que mencioné antes, le podría hacer un homenaje a cada una de las personas que leen este blog (o al menos a las que se los envío, porque no todas lo leen, y es comprensible, porque son relatos largos y muy repetitivos) ... hoy quiero hacerle un homenaje a Jenny por mandarme la más hermosa carta de amor que he recibido en años. 

Jenny y yo tenemos una historia compleja, comenzamos nuestro camino de amor como dos colegas enfrentadas en un pulso de poder que alimentaba nuestro ego y arrogancia. Cada una quería y necesitaba demostrar que era más fuerte que la otra, que estaba mejor parada, que le temblaba menos el pulso para vivir donde vivíamos y hacer lo que hacíamos (y seguimos haciendo). La vida en el campo para una mujer de ciudad no es fácil, la gente está apostando constantemente en qué momento una se cae, se le ensucia el pantalón y se pone a chillar; muchos hombres, campesinos templados por el sol y la violencia, nos miran de manera despectiva porque no están seguros que tengamos algo que aportar; muchos hombres, nuestros colegas y coequiperos, han tratado de ponerse por encima de nosotras por ser mujeres, sin considerar nuestras buenas competencias para el trabajo; y muchas mujeres nos ven como competencia desleal en el juego de quedarnos con los mejores hombres disponibles en los pueblos. Son pulsos eternos, constantes, incomprensibles y desgastantes, y hacen parte de vivir en Macondo. La Jenny y yo le jugamos a esa vaina mucho más tiempo del que debimos y después nos llegó la luz en forma de la vulnerabilidad de alguna de las dos y la incompetencia de alguno de los personajes del equipo, uno de esos machos que se burlaba de nosotras por la espalda y que se daba mañas para hacernos zancadillas. Yo no envidio a ese pobre pendejo el día que lo cogimos entre las dos, él no esperaba que nuestra pelea de poder se hubiera disipado por un momento y que nos hubiésemos dado cuenta de su estrategia mañosa y sucia para buscarnos la salida, primero por ser mujeres, y segundo por querer hacer las cosas bien hechas. Sin saberlo, ese personaje nos ayudó a hablar y a descubrir la posibilidad de tener una amiga y una aliada en ese entorno que llegó a ser muchas veces tan hostil. Hablando de indicadores y metas técnicas descubrimos a un ser humano interesado en mejorar este puto mundo, y así comprendimos que teníamos en frente a una amiga. Jenny me llenó la cabeza de muchas cucarachas: que el feminismo, que las luchas de las mujeres, que la independencia emocional. Se dedicó a reforzar cosas que Anita lleva diciéndome años, que la vida no es una novela, que no sea tan dependiente de los manes, que qué delicia ser libres, y sobre todo, me acompañó en días muy oscuros cuando estaba yo tan ciega y tan vacía de mí. Con Jenny, entre otras mujeres brujas de mi manada, he podido ir descubriéndome, conociéndome y aprendiendo a ser yo misma. 

Jenny me sorprendió y me llenó hoy el alma con sus palabras. Escribió, y le agradezco que se haya tomado el tiempo de hacerlo. Puso en palabras su mirada sobre mi camino en estos años compartidos y dijo muchas cosas lindas y una muy importante, me dijo, y estoy parafraseando su carta de amor, que si cada una de las expresiones de amor de cada una de las personas de mi vida fuese una bolita (que me imagino como bolitas de cristal de piquis), ya el frasco que tanto añoro llenar estaría rebozado... he hablado tanto desde mis carencias y me he acercado al amor de pareja exigiendo que llenen algo tan grande, que muchas veces he perdido de vista la cantidad de amor que hay en mi red. No saben cuanto agradezco y valoro en este momento tener tanto amor en mi vida, la vida de uno es eso, el amor que da, y el que le dan las personas de la vida. La otra cosa hermosa que dijo, y que agradezco, es que he dedicado muchos años de mi vida (y espero seguirlo haciendo) a cuidar el monte que queda en pie en este país, esos bosques que son la casa de tanta magia y maravilla que es la naturaleza. En mi trabajo he tratado, por años, de ayudar a que esos animales hermosos y solitarios que son los jaguares, puedan tener por donde andar para que puedan comer, caminar, desplazarse, aparearse y cuidar a sus crias. El Jaguar es un animal poderoso que las comunidades indígenas de cientos de lugares, y desde que tenemos registro (arqueológico, histórico), han considerado un animal sagrado. Hoy entendí que yo, y muchas de las personas con las que he trabajado, tenemos un rol pequeño en la vida de un animal que nos excede en dimensiones físicas y sagradas, y que eso es un privilegio. Agradezco la carta de amor de mi amada amiga, que me hizo ver que las pantheras onca también hacen parte de mi red, de mi manada y de mi camino. 

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