Mil maneras de morir


Le tenemos mucho miedo a la muerte, muchísimo, a veces me parece bastante absurdo pues la verdad es que no hay nada más seguro, no hay certeza más grande, todos nos vamos a morir. La resistencia a la muerte, no querer morirnos, no aceptar que la vida es un ciclo que se acaba en la muerte, es el origen de muchísimo de nuestro sufrimiento. Nos enseñan a temer a la muerte, y hay tantas muertes posibles, hay tanta certeza sobre la muerte, que se nos olvida el encanto de la vida y las miles de posibilidades que se nos dan de vivir y renacer cada vez que nos morimos. 

Desde hace un par de años he aprendido a abrazar la muerte con más confianza y le he podido preguntar, en alguna que otra charla íntima que hemos tenido, qué es lo que me viene a mostrar. Han sido charlas muy distintas cada vez que la he tenido cerca, la más reciente fue en la muerte de Godzila, y ha sido un proceso hermoso aprender a querer a la muerte, aprender a qué saben todas sus expresiones, aprender a entender sus colores y sus matices, sin tanto drama, sin tanto miedo, solo viéndola, acompañandola a despojarme y despojar a otros de capas mías, de apegos, de antiguas versiones, de antiguas creencias que ya no funcionan y que ya no necesito. 

He aprendido a ver a la muerte a los ojos, la ví llegar a los ojos de Godzila hace unos meses, la vi llegar lentamente y llevarse el alma de mi papá cuando yo lo cogía de la mano y lo animaba a irse, la he visto pasar por mi lado y saludarme en dos o tres eventos extremos de mi vida, le he perdido el miedo, y aún así, veo cómo mi familia y seres amados sienten aún tanta angustia ante ese hecho inevitable. Tengo una prima, apenas unos meses menor que yo, casada, con dos peladitos chiquitos, que tiene ELA y está pasando por un momento muy difícil. Su enfermedad enfrentó a la familia a la posibilidad de su muerte y es bastante angustiante, al menos para mí, sentir y ver que hablan de ella casi que pensando más en su funeral que en su presencia. Ella sigue acá, y siento, sospecho, que el miedo les ha quitado la posibilidad de disfrutarla, porque, como diría mi amigo Andy, ella no se ha "muerto del todo". Esta expresión se refiere a una anecdota de su infancia: en algún momento el papá de Andy, que en paz descanse también, le contó a su hijo que Fulano X se había muerto, el niño (es decir Andy de 5 o 6 años), con cara de confusión, le preguntó al papá si la persona se había muerto del todo, a lo que explicó, que como su papá decía que fulano se moría de la risa, sutano se moría del hambre y mengano se moría del frío, pues no entendía si esta vez ese señor del que le hablaban se había muerto del todo. Y pues así pasa con mi prima, no se ha muerto del todo y la familia, sobre todo la más cercana a ella, ha pasado más tiempo asustada por la inminente muerte que tratando de entender que ella sigue viva, y que eso es el milagro. Cada minuto de la vida cuenta como un milagro, no solo para una persona enferma, para todos, porque hay mil maneras de morir. Cada segundo, lo único que tenemos que aprender en la vida, es a aprovechar el tiempo que se nos ha dado para vivir, nada más. Respeto mucho, y de hecho me duele, el miedo de los padres de mi prima, porque no me imagino el dolor que deben sentir en el alma. Negar la muerte, negar lo inevitable, no aceptar los ciclos de la vida, muerte, vida, me parece una manera muy complicada de estar en el mundo. Mi prima seguramente se va a morir, pero todos nos vamos a morir, ella está enferma, tiene un diagnóstico terrible y aveces pienso que ese tipo de reflexiones en torno a la fatalidad que implica una enfermedad de ese estilo nos quita siquiera la posibilidad de entender que la vida es cada minuto, y que no puede ser sano vivir pensando solo en la muerte, o al menos yo pienso que no es una manera feliz de vivir. 

Yo he aprendido a palo a entender y no vivir con tanto drama la muerte. Ahora, con algo de distancia, entiendo que la muerte de mi papá es perfecta, que me ha enseñado mucho, y no cambiaría nada de lo que pasó con él, ni con Godzila,  ni con Natalia, ni con ninguno de los seres amados que han muerto en estos tiempos más cercanos, para poder disfrutarlos un segundo más, porque la vida es perfecta como es. La aceptación de la vida como es debe ser radical así nos duela el pescuezo y el pellejo, la vida es, y punto. La vida es como es, y punto. Querer cambiar esa realidad, querer cambiar a las personas, querer cambiar las situaciones, los ciclos, es la cosa más dolorosa que podemos hacernos, es una manera muy sufrida de estar en el mundo. La aceptación debe ser con la raíz de los dientes y las pestañas, y cada vez, será más liviano el camino. 

Hay mil maneras de morir. Los gatos tienen 7 vidas, dicen. Los narcos tienen varias después de muertos, porque resucitan. Yo he tenido varias muertes, porque asi como las serpientes voy cambiando de piel y hay cambios y decisiones que pueden ser tan dolorosas que implican una muerte simbólica, la muerte de una versión o de una vida que ya no queremos. Dos de mis más amadas amigas están en este momento retomando sus nuevas vidas después de muertes escogidas para cerrar ciclos que no les venían bien a sus vidas. Las admiro, las acompaño, aceptar el ciclo de la vida, muerte, vida, es el mejor regalo que nos podemos hacer, y cuando llegue la parca, la muerte del todo, pues bienvenida, porque no hay nada que temer. 

Hay mil maneras de morir, pero la peor, para mí, es la muerte en vida, y como hoy estás viva, amada Cata, celebro, honro y agradezco tu vida!

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