¿A quién le pertenezco?

No, no vinimos a este mundo solo a pagar cuentas, tampoco a ser hiper eficientes y productivos, no, no vinimos a este mundo a casarnos y tener hijos, tampoco vinimos a este mundo a encontrar un alma gemela, a cuidar a los padres, a suplir las necesidades de toda la familia, no. ¡No! No vinimos a este mundo a no pertenecernos.

Esto de no pertenecerse es de Anita, hace unos días, aprovechando su paso por Bogotá, le dije que saliéramos, me dijo que no podía porque estaba con marido, hija, papás, sobrinos y que no se pertenecía.... En estos días, con frío y tanta tarea por hacer, he sentido que no me pertenezco, que le pertenezco a las entidades con las que trabajo, a las cuentas por pagar y sobre todo a la Dian y a la notaría 66 donde se adelanta el proceso de sucesión de mi papá. Me molesta no ser dueña de mi tiempo y de mis ritmos, me siento cansada, tengo frío, no estoy siendo productiva, pero tengo que trabajar. ¿Por qué tengo que trabajar? porque tengo que pagar cuentas. Afortunadamente me gusta lo que hago, no todo, la mayoría, en este momento ando en mil vainas y varias consultorías, así que no solo no tengo tiempo, no tengo vida propia, no me pertenezco, ¿Por qué?, porque tengo que pagar cuentas. En este momento el afán es la sucesión (que es cara como un berraco), pero antes era la maestría, o el apartamento, o el día a día, o las cuentas mal hechas por no saber organizarme. Me molesta que siempre parece haber una excusa para entregarme como una enferma al trabajo y a las obligaciones, me parece que es algo aprendido, la obligación primero, pague el seguro funerario antes que las vacaciones, esas son reflexiones que harían mis tías, al parecer yo hago lo mismo. Las finanzas son todo un tema en la vida, pero no, no vinimos a este mundo a ocuparnos de las finanzas, sino a disfrutar de lo que pueden ofrecer. Es probable que tenga un estilo de vida "caro" aunque mi vida sea sencilla: no gasto en gran cosa, poca ropa compro, poco viajo, mejor dicho nunca viajo, gasto en lo que me implica una vida en el día a día cómoda y bonita, en un apartamento iluminado y bonito, comiendo bien, pagando a personas que me ayudan en la casa, que me ayudan con los perros, y así, no es una vida de lujos, pero disfruto un café bueno que no sepa a quemado y eso es más caro que el sello rojo; me gusta comer los huevos criollos de la canasta y no la bandeja de huevos purina; me gusta tener la casa limpia y en orden, me gusta vivir en un barrio agradable con parques alrededor; y no, la conclusión de todo esto no es que me vaya a ir a montar o a vivir en una ecoaldea donde produzca mis propias cosas, porque no tengo esa vocación, tengo madera pa` otras cosas. Vivo en el sistema capitalista, con toda, y no me arrepiento. Lo vivo, lo disfruto y algunas veces, como hoy, no me gusta porque resiento las transacciones que a veces implica. No voy a comprar ropa de segunda porque me da repelús, no voy a comer molipollo, no voy a cambiar de repente de vida, no, quiero tener cada vez más una vida cómoda y tranquila, tener la opción de tomarme un pisco sour en un rico restaurante, y así, pero tampoco pagando el precio de mi salud y la vida entera, porque no quiero pasar de pertenecerle a las cuentas a pertenecerle a una clínica o a un tratamiento médico, no... Estoy admitiendo que soy una ficha más del sistema, produzco, gasto, genero ingresos y es un estilo de vida en el que ya me muevo más fácil, pero me cansa no pertenecerme, o que no le puedo pertenecer a mis ritmos y a mis necesidades todos los días como quisiera hacerlo. Es parte de la búsqueda en la que me encuentro, seguramente habrá momentos más en calma, ando buscando equilibrio, en todos los aspectos de mi vida, se reciben consejos.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Mujer incómoda

El día de mi santo

Plenitud