La Fuerza


Hoy mi querida Carolina me regaló una información que tiene mucho sentido para mí. Resulta que la gente cambia, sí, la gente cambia, cada vez creo más en eso, y no con el ánimo de aferrarme de nuevo a historias de amores trasnochados, eso está pasado de moda, me refiero a las motivaciones y recursos que vamos adquiriendo y que nos hacen ser muchas versiones de nosostros mismos a lo largo de nuestra historia. Carolina, la madre de mis sobrinos, a quién conocí a mis tiernos 14 años, era una persona muy escéptica a los temas místicos y espirituales, la vida, por alguna razón que solo a ella le interesa entender, la ha llevado últimamente a acercarse al tarot. Lo disfruta, está aprendiendo del tema, y hoy me compartió información sobre mi arcano mayor: La Fuerza.

Me encantó ese dato, me encantó la carta, me encantó la información que me mandó sobre el arcano y los ejercicios que me puso a hacer esa lectura. A mí no me gusta particularmente mi voz, anoche además grité con todas mis tripas en el concierto de Aterciopelados y me duele un poco la garganta, pero el tema es que el arcano invita a reconocer y apreciar la propia voz. Entonces me senté muy derechita, puse mis manos en mi plexo solar (eso sí tuve que buscar en Google dónde era eso) y comencé a repetir un mantra varias veces, y después en voz alta dije mi nombre. Salvador no deja de sorprenderse con mis performance caseros que cada día son más exóticos a medida que disfruto más mi propia compañía y la de mis perros. Oí mi voz y seguiré en el ejercicio hasta aprender a sentirme más cómoda conmigo misma. 

Ayer fui con Anita al concierto que les mencioné, los 28 años del lanzamiento de El Dorado, ese disco que fue la banda sonora de nuestra adolescencia y nuestra búsqueda de sentido en un entorno en el que parecíamos un par de marcianos. Mientras nos alistabamos para salir, Anita, como siempre, me pidió con algo de frustración que me arreglara un poquito, yo, que estaba cómoda y calientica, decidí usar una camisa amarilla de matachos coloridos, unos tenis, un jean y una chaqueta azul de lo más liviano y cómodo. No me quise producir, quise irme así de informal como he Sido siempre. A los 17 años fuimos las dos a oír ese mismo concierto en el Colegio San Bartolomé. Éramos un par de niñas tratando de abrir un camino distinto a la vida que nos ofrecía el colegio y las normas del entorno. Y desde entonces hemos andado juntas y nos hemos podido apoyar la una a la otra para hacer estos caminos de vida tan particulares y tan auténticos, pasando por encima de tantas estructuras visibles e invisibles. No ha Sido fácil, pero hemos Sido felices. Anoche lloramos oyendo esas canciones y honrando a ese par de adolescentes que un día fuimos y que aún nos habitan. Una de tantas versiones de una misma. Oyendo cantar a Andrea con esa energía e irradiando tanto amor, yo sólo podía pensar en la importancia de ser uno auténtico. Y no se trata de disfrazarse para verse distinto, sino de encontrar y aprender a amar la propia voz. De armar el rompecabezas cada vez que sea necesario y entender que somos muchas fichas, muchas vidas, muchas versiones y que somos únicos.

El mensaje de hoy de mi arcano mayor, el concierto de anoche, y estos 500 días con sus 9 mil noches que han pasado desde que decidí no tomar antidepresivos para salir del hueco oscuro en el que me hundía, me invitan, cada día, a descubrir y a amar quien soy, genuina y honestamente amar quien soy y no temer a abrir la boca del león. Una enorme fuerza interna me acompaña, soy yo, yo soy.


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