Si no es conmigo, no es con nadie
Si no es conmigo, no es con
nadie... esta frase no tiene nada de romántico, es el síntoma que delata una
grave enfermedad. Es hora de comenzar a reflexionar sobre el amor romántico de
manera más seria. Hay quienes dicen que debería declararse como problema de salud
pública, y yo estoy de acuerdo, el amor romántico es el origen de muchos
problemas de salud mental, y de la idea perversa de que los seres humanos somos
posesiones, cosas con las que se pueden hacer transacciones. Las personas no somos parte de la
propiedad privada de otro ser humano, no somos cacharros de una macabra colección personal. Ayer mataron a
Erika Aponte en un reconocido centro comercial en Bogotá, ante los ojos de
miles de personas. Esta mañana pensaba en que es difícil saber cómo reaccionar
ante esa situación, ante un hombre armado y fuera de control, es muy difícil saber
si uno sería capaz o no de salir en defensa de esa mujer o de cualquiera otra, lo que es claro es que, como
sociedad, estamos muy lejos de que estas cosas dejen de pasar. La muerte de
Erika, y la de la mayoría de las 619 mujeres asesinadas en el 2022, eran crónicas de
muertes anunciadas. Si no podemos reaccionar en el momento del feminicidio, ¿entonces cuándo? ¿Qué podemos hacer como sociedad para que esto no pase? Lo primero, creo yo, es por lo menos conmovernos y entender que esto no son líos de faldas, ni problemas de pareja en los que uno no deba meterse, es una discusión grande que debemos dar, y debemos/podemos revisar qué tanto de ello replicamos en nuestras vidas, cuánta de esta violencia hemos aceptado, naturalizado o ignorado en nuestra propia historia. Lo mínimo que podemos hacer por Érika es enterarnos de que esta historia se repite cada día en miles de hogares, y sí, la mayoría de las víctimas de violencia intrafamiliar son mujeres, y el feminicidio es un acto profundamente violento para callar, no a una, sino a todas las mujeres.
La noticia me conmovió, me removió hasta los huesos. Me parece horrible pensar en una mujer desesperada pidiendo
auxilio, impotente ante su agresor armado, me conmueve pensar en su familia y
sus amigos, he llorado pensando en ella y en todas las demás, y ahora, que reconozco con más claridad las violencias que he ejercido (porque los celos y otras actitudes son profundamente violentos) y que he sufrido, entiendo un poco más esta situación. Es una muerte horrible, una historia horrible, que comenzó con una
simple amenaza pintada de amor romántico, de celos, de obsesión: si no es conmigo, no es con nadie. Si alguna vez en sus vidas han sentido celos, por favor, no lo normalicen, los celos son una mala maña que se puede volver muy peligrosa. Los celos no son amor, las personas no nos pertenecen, el mayor gesto de amor es poder ver a otra persona feliz, absolutamente feliz en su libertad, sin uno al lado, no importa, no somos posesiones.
Esta canción de Silvana Estrada
me ha acompañado en las últimas semanas a los talleres que
estamos haciendo sobre violencia basada en género con grupos de mujeres en Montes de María. Me asustan y entristecen las
historias que oímos cada vez que acompaño esos espacios, historias de mujeres dependientes de hombres violentos, manipuladas por no tener cómo sostener a sus hijos, o convencidas de que sin el marido al lado no sirven para nada. Ese es
el pan de cada día para muchas mujeres, el pan de cada día, y no es justo. El miedo y la vergüenza hacen parte de las razones por las que no se denuncian estas situaciones. Son muchas mujeres las que viven con miedo, pasa cada día, no es justo que tengan que vivir con tanto miedo. No es justo. No es justo que maten a una tras otra y que no pase nada, no es justo.
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