El avión con un bello durmiente

¡Estoy en Argentina! 

Así como lo oyen, o lo leen, estoy en Argentina. 

Viajé en un avión un miércoles en la tarde, y por estar distraída en el teléfono, tratando de dejar todo ordenado para que no se fuera a caer el mundo, casi me deja mi avión, que hacía escala en Quito. Mientras yo trataba de dejar toda la vida de mis proyectos organizada, hacía fila en un vuelo a Guayaquil. En fin. 

Casi no podemos aterrizar por los fuertes vientos, y tuve pocas horas para terminar, entre un vuelo y otro, las 14 tareas que me había autoimpuesto, además de almorzar, o relajarme. Cuando salí de mi frenético afán, llegué a la sala de espera del vuelo a Buenos Aires, y allí estaba sentado un hombre bello, argentino, haciendo mala cara, churrísimo. Me senté al otro extremo de la sala, por supuesto, y decidí tratar de resolver otras 500 cosas, como las vacunas de los perros del 2024, el entregable de septiembre del proyecto de Usaid, y así. Hace tantos años no me daba esta licencia de vivir por y para mí, que sentí la necesidad de que nadie más me necesitara en mi corta ausencia. Nos montamos al avión, y resultó que el Argentino iba sentado en la silla de al lado, y yo quedé paralizada. Me senté, haciendo alarde de muchísima seguridad, saqué el libro y las gafas, pa' darme aún más aires de importancia y de intelectualidad, y me acomodé, siempre seria y mirando al frente. Me sudaban las manos de la emoción. No podía respirar con facilidad. Imaginaba cómo comenzar la conversación, y cuando el avión despegó, mi futuro nuevo novio ya estaba dormido. Presumo que venía en varias conexiones de otras partes del mundo, es un gran viajero, sin duda, aunque no termino de entender su oficio. En fin. Mi oficio en las siguientes 6 horas fue verlo dormir, sin que él ni nadie lo notaran, imaginando lo feliz que seria mi estancia en Argentina en su agradable compañía. Imaginé paseos y caminatas de horas por estas ciudades, fotos que reflejaran solo amor y dicha. Cenas y aperitivos increíbles. Descubrimientos y cientos de nuevos recuerdos. 

Al llegar a Buenos Aires, de una manera más bien brusca, mi bello durmiente me pidió permiso para pasar pues tenia que tomar otro avión a Córdoba, a donde yo viajaría apenas unos días después. Y eso fue todo. Él durmió, y yo fantasee. Ahora que me siento a reírme de mi misma como ya es costumbre, me doy cuenta que todo lo que pensé que pasaría se dió. Solo que todo fue mejor aún de lo que esperaba, porque pude pasar tiempo con Margarita, Sandra, y sobre todo con Lua a quien descubro con mucho amor por ser una sobrina de esas que me regala la vida por ser hija de mis amigas del alma. Porque he descubierto este país al lado de Lina y la frescura de su juventud me hace feliz. Porque cada día estoy más cómoda en mi propia compañía, y si bien sería lindo tener un romance con un Argentino, por qué no, el romance de mi vida lo estoy viviendo conmigo. La felicidad es gratis, es ya mismo. No puedo estar más agradecida conmigo por entender, y aplicar, que la vida no es un río de decisiones sin posibilidad de cambio. El curso de mi vida es hoy mío, y hoy decido ser feliz. Fantasee con la compañía de un desconocido y me quedé conmigo, ¿qué más puedo pedir?

¿A qué hora me decidí a venirme? Pues muy encima del vuelo, y me salió caro, pero cada peso lo vale, porque la felicidad es aquí, y es ahora. No es pa mañana, ni pa dentro de un ratico, la vida es ya, y la vida es bella. El mundo es grande, la diversidad es infinita. 

Han sido días hermosos, coloridos, fríos y calientes, rodeada de amigas y amigos, con mi sobrina Lina, y así, cada día un descubrimiento, cada día agradeciendo. Parezco testigo de Chopra, pero no me importa, agradezco y agradeceré cada minuto de mi vida, hoy, ahora y siempre. La vida está llena de recompensas. Hace un rato publiqué un post que no leyeron muchos, pero que recoge una bella canción de Cerati, Zona de Promesas, desde ese día la vida parece traer cada vez más sorpresas y más recompensas, y yo acá estoy, dispuesta a recibirlas todas, porque me las merezco, porque la felicidad es ya, y es acá mismo. 



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