La IA, y la solución de todos los problemas

Ayer recibí la visita de mi querido amigo Sebastián con quien comparto muchos intereses de vida, además del cariño por los perros y el desarrollo rural. Fue grato y bonito recibirlos a él y su novia en mi casa, que ahora comparto con una prima/sobrina (la hija de una de mis primas que vino a estudiar en Bogotá). Me gusta, como lo hablé con Sandra un día en Buenos Aires, que mi vida se llena de personas bonitas, agradables, con buenas vibras, gente joven que refresca la mirada y cuenta historias que uno no conoce. Me gusta, además, confirmar que la decisión de quedarme en Bogotá estuvo bien, que de esto se trata cuidarme, que la vida responde de maneras maravillosas cuando uno encuentra el foco por el lado luminoso de los días. Pero bueno, además de las reflexiones filosoficas y esotéricas que no faltan por acá, ayer con la visita conocí de primera mano de qué se trata la Inteligencia Artificial y quedé, honestamente, descrestada con esa vaina. Nunca me imaginé, ni en mis más remotos sueños, que el ejercicio de ir subiendo todo lo que sabemos y conocemos a la "nube" pudiera derivar en que una cosa (porque no sé si eso es un programa, un servicio, una empresa, o qué carajos) tuviera la capacidad de cruzar tantas variables para responder en segundos a las preguntas más diversas. No sabía, de hecho, que se podían crear imágenes dando dos o tres instrucciones incoherentes. La velocidad y eficacia de esa vaina me dejó desconcertada. Entendí mucho mejor el miedo alrededor de la generación de empleo, de la cantidad de oficios que se pueden reemplazar, pero como bien lo dijo Sebastián, esas máquinas no pueden sembrar nada, así respondan 40 mil preguntas al segundo sobre el tema. 

Pensé entonces en el giro que da la vida y la historia de la humanidad con esta herrramienta. Confieso que me asusta, pero tampoco me parece tan catastrófico, me parece incluso paradójico que el mayor logro en la gestión de información y tecnología nos permita devolvernos a los oficios y reflexiones más básicas, esas que abandonamos por la tecnología. La IA nos puede resolver preguntas sobre la comida, pero no nos puede cocinar, nos puede dar datos sobre agricultura, pero no puede sembrar, nos puede organizar información sobre confecciones, pero no puede bordar. Me parece, repito, paradójico, que los oficios más sencillos y básicos para la subsistencia sigan dependiendo de una humanidad que huye de ellos. Me encanta la idea de pensar que hay cosas que nos puede resolver en menos tiempo la IA, me asustan el plagio y el derecho de autor, sin embargo, confío en la creatividad del ser humano, en las canciones que se componen con los dedos en una guitarra y las pinturas que fluyen sobre el lienzo. Confío en que encontraremos la manera de manejar esta como tantas otras "amenazas". Estoy entre descrestada y anonadada, pero pueden tener la certeza de que la escritura de este blog seguirá siendo de mi autoria, porque como es terapia, la IA no puede reflexionar por mí, ni encontrarse con mi espíritu porque ni yo misma sé que es eso, cómo se come, a qué sabe, ni a qué huele. La IA tampoco, porque ya le pregunté.

Sigo aquí en mis tareas, que no delegaré por lo pronto a la IA, por pudor y por miedo. Pero me gustó haber abierto esa ventana al futuro que no conocía. Me acordé de una película mala y sensiblera de un niño que era un robot, y reemplazaba al hijo de una pareja, alguna vaina así, pero algo pasaba y comenzaba a tener algunos sentimientos, o lo tenían que destruir, no me acuerdo bien, la película era mala, pero sí me doy cuenta que lo que me imaginaba, por lo menos yo, era algo completamente distinto a lo que descubrí ayer, y honestamente creo que el mismo buscador de Google tuvo ese efecto en su momento, pero ya lo normalizamos. En fin, por ahora, sigo pensando que por más que nos organicen y codifiquen la información hay cosas importantes que no se van a tramitar por ese medio, pero tal vez, sí vamos a poder resolver más rapido algunos problemas. Lo que sí dudo es que la IA tenga la capacidad de pavimentar el Carmen de Bolívar, de evitar que compren votos por tejas cada 4 años, y que la vida en Macondo siga detenida en los años 20, en lo que a oferta de servicios se refiere. La IA nos podrá resolver muchas cosas, pero esas tan estructurales, todavía no. Así que no cantemos victoria.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Mujer incómoda

El día de mi santo

Plenitud