De mis abuelos
Hace poco releí una historia sobre mi abuelo
paterno que mi tío Roberto estaba escribiendo. Él, mi papá y mi tía Fanny, me
contaron muchas veces que mi abuelo había sido inspector de salud, y que, en su
rol de laboratorista, se patonió el país entero. En uno de esos recorridos
llegó a un rincón llamado Pensilvania en Caldas dónde conoció a mi abuela, y
con ella y sus hijos - que nacieron en Pensilvania, Bolívar- Cauca y Armero -
Tolima, conocieron muchos pueblos perdidos, así como he hecho yo.
Gracias le doy a mi abuelo
Roberto por esa herencia, y por la herencia de ser liberal, en el sentido más
holístico y no partidista de la palabra. Cuenta la historia que mi tío estaba
escribiendo, que mi abuelo fue un perseguido político por sus posturas
liberales, cuando serlo significaba ir en contra de la godarria de este país y sus
injusticias. Me enteré de que mi abuelo luchó por la salud pública y los
derechos de los pensionados, que recorrió el país haciendo análisis de casos de
malaria y buscando la manera de llevar programas de atención pública a la gente
más olvidada de este país agobiado y doliente, y que participó en la
conformación del sindicato del Instituto Nacional de Salud y que eso le costó
el puesto. Supe por la historia de mi tío, quien está hoy encerrado en su casa
padeciendo el peso de la depresión por la muerte de sus hermanos (Mi papá y mi
tía Fanny) y la enfermedad de su nieta (Cata), que mi abuelo trabajó desde muy joven,
que se casó también muy joven, y que le gustaban los bocadillos de mora.
Hace un tiempo estoy haciendo
terapias de biodecodificación y trabajando el árbol genealógico para encontrar
patrones de comportamiento, ideas y mandatos aprendidos, tratando de encontrar
los hilos que conducen la historia familiar. En ese ejercicio, en el que he encontrado
mucha información sobre mi historia y mi familia, he descubierto secretos que
tal vez guarde para siempre, mandatos y repeticiones de los que tal vez me
pueda liberar, pero sobre todo he encontrado RECURSOS para gestionar esta vida
con más gracia y menos peso. La palabra RECURSO llego a este ejercicio de
terapia hace apenas un par de días, pues hasta ahora, o, mejor dicho, hasta
hace dos días, veía estos patrones familiares como un lastre pesado que
arrastraba como un grillete en mi camino. Esta idea de que lo que las familias
nos enseñan no son karmas sino RECURSOS, me ha liberado de dos o tres ladrillos
que llevo en la espalda, y creo que me permite entender, con más compasión por
mi propia historia, que estamos hechos de lo que nos enseñaron en la casa y que
eso responde a lo que cada uno buenamente construyó como su mejor versión.
Somos una mezcla del ADN de dos familias y las enseñanzas del colegio,
salpicamos esta historia con los amigos que vamos haciendo y los libros que
leemos, y todo esto que nos compone son Recursos para la vida. Me gusta la idea
de no pensar la historia familiar como un lastre pesado de mandatos de abandono
y desamor. Le da una ligereza nueva a este trabajo sobre el árbol genealógico y
me invita a buscar las mejores versiones de mi familia, aquellas que me gusta
resaltar de mí misma. Me miro siempre con el lado más feo del espejo, sé que
muchas veces parezco arrogante y creída, pero soy muy insegura y pesimista
sobre mis propias capacidades, sobre mi aspecto físico, y sobre mis
posibilidades de ser feliz. Así que está bueno esto del Recurso, le da un toque
bonito a mi historia, a ver si comienzo a cambiar mi autoimagen y el lago
fangoso en el que me sumerjo a ratos comienza a aclararse y deja ver el reflejo
del cielo azul.
De cada uno de mis abuelos llevo
mucho, buscaré lo más bonito de cada uno, y les iré contando.
Llevo mucho de mis abuelos y por
eso, hoy:
Los abrazos
Les agradezco
Los honro
Recojo lo lindo de sus vidas y
sus caminos
Gracias infinitas abuelos
queridos
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