KLAUDIA


Hace unos años, en mi vida en Macondo, conocí a una mujer que trabajaba, como yo, en un Programa de conservación del bosque seco tropical. Su oficio, la antropología, su trabajo, conocer, entender y documentar las tradiciones culinarias, los saberes locales para la conservación de semillas, la recuperación de recetas y usos de productos locales, de esos que se han ido perdiendo por los afanes del mercado. 

Ella se llama Klaudia, y este es mi humilde reconocimiento público a su labor y al amor que nos entrega a todos los que la conocemos y tenemos la fortuna de cruzarnos con ella en el camino. Incluida la naturaleza. 

Klaudia es una mujer de ojos y palabras alegres, con una mirada amorosa y una capacidad de escucha que en pocas personas he encontrado. Gracias a ella descubrimos (nosotros los cachacos que haciamos parte del equipo del proyecto) que había más de 16 variedades de frijoles, más de 8 de ñames, más de 7 de plátanos y jijuemil frutas y verduras que en la vida habíamos probado. Klaudia, se inventó unos convites en los que pudimos conocer y probar arroces de frijolito, mote de ñame con bledo chupa, dulce de ñame, de frijol y de papaya, dulce de orejero (un arbol enorme, hermoso y frondoso del que sale una semilla en forma de oreja, que según dice la gente es abortivo para las vacas, pero tiene un sabor raro y pegajoso y se comen los humanos). Gracias a esos recorridos con Klaudia un día probamos tantas variedades de patilla que nos indigestamos, conocimos varios usos del ajonjolí, y le vimos la sonrisa a más de uno de esos campesinos recios que nos miraban con mucha desconfianza. 

Klaudia le dedica sus días y sus noches a entender y recorrer este país y sus sabores. Hace poco vi unas fotos suyas en el Resguardo Yari Yaguara, por allá en la frontera de la selva del Chiribiquete, donde no llega casi nadie, pero allá está ella con ese ánimo incansable. 

Admiro y abrazo a mi amiga Klaudia hoy, porque cumple 50 años y esto es motivo de celebración nacional!

Te abrazo amada amiga, gracias por tanto!

La foto es en uno de esos convites en los que compartimos recetas, platos, ingredientes. Uno de esos días que nos regalaron Klaudia y los Montes de María, un día inolvidable porque nos reímos y nos disfrutamos ese espacio de trabajo que se nos volvió la vida. Con Klaudia comparto eso, la pasión por lo que hacemos, la pasión por caminar este país, por comer y probar sus productos. Ella y yo, nos dejamos robar el corazón en cualquier vereda, de manera inesperada, tomando tinto en un pocillito de porcelana, sentadas viendo el atardecer en un rancho en la mitad de la nada, sintiéndonos afortunadas, porque este país es un paraíso, y Klaudia sí que lo ha entendido así y lo ha gozado como nadie.

Admiro y quiero a esa mujer generosa.


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