Me estoy curando...

Son varias cosas las que se vienen a mi cabeza, una de ellas es (todavía) el miedo por haber dicho que no a aquel trabajo ideal. Varios amigos han puesto fotos de lo que parece un bonito encuentro del equipo, y eso me ha hecho sentir algo extraña, medio triste, medio "left Behind" ... Pero todo esto responde nuevamente a lo mismo, qué quiero yo, dónde pertenezco, dónde quiero estar. 

Ese mismo miedo, de no haber hecho, de no haber dicho, o mejor (peor?) haber hecho o dicho algo que lo habría cambiado todo, lo siento también cuando recuerdo una situación particular de mi última relación de pareja. La cosa pasó así, yo tenía COVID y vivía en Valledupar. Mi pareja del momento se fue a pasar varios días conmigo en sus vacaciones y una tarde invitó a varios de sus amigos a hacer un asado, tal vez la única reunión que hicimos en esa grande y bonita terraza. En fin, él se tomó unos tragos y se quedó dormido, yo, que descansaba en el sofá, quise también dormir un rato y al acercarme a apagar la música que sonaba desde su teléfono caí en la tentación de revisar su WhatsApp. Me confieso, mea culpa, lo hice muchas veces con mi marido montemariano, sé que es horrible, sé que es incluso un delito en el código de polícia, hace parte de mis comportamientos tóxicos por inseguridad, por vanidad, por pendeja sobre todo. Pero además de ser horrible hacia afuera, es horrible hacia adentro, genera ansiedad, pánico, es horrible!. En fin. Miré el teléfono, y el que busca encuentra. 

Sentí pánico y tristeza al confirmar lo que ya sabía, porque además era un acuerdo, porque además era una relación abierta, yo sabía, pero en mi loquera, pues hice algo que no debía y la ansiedad se fue al carajo. Había varias mujeres más, muchas, todas parecían muy especiales para él, yo no era la única, ni la más importante, ni la más especial. Mi papá acababa de morir y ahora entiendo que yo tenía que elaborar ese duelo por alguna parte. Pero además, tenía que caer así de bajo para poder trabajar esa inseguridad y esa dependencia que tanto daño me han hecho en la vida. El problema nunca ha sido el señor de turno, ni sus otras parejas, ni mucho menos el problema son las otras mujeres que existan en sus vidas. El problema está por dentro, son creencias, son  mandatos, es esta idea de querer ser dueño del otro. En fin.

Entonces vi el teléfono y arme un numerito. Monté un melodrama que ni en La rosa de Guadalupe y desde entonces todo cambio. Obviamente hubo pelea, jartera, problema, ruego (mío), pedida de perdón. (¡Ay no! ¡Qué oso¡, si pudiera poner un emoticon sería el del muñequito tapandose la cara con vergüenza, porque claro que me da vergüenza el episodio)

A veces pienso, cada vez menos en realidad, que si yo no hubiera visto, que si yo no hubiera caido en esa tentación malsana, que si no hubiera dicho nada, que si, que si, que si... Una retahíla de suposiciones que no sirven para nada. Que si ese teléfono hubiera estado bloqueado, que si no hubiera dicho nada, tal vez seriamos una pareja feliz. Pero me engaño, él es lo que es y yo soy  lo que soy. Él un hombre que no quería una pareja y un compromiso, porque lo dijo, y yo, una mujer que necesita, aún, trabajar la dependencia emocional.

Hoy leí en Mujeres que corren con los lobos, que la naturaleza salvaje me llevará a buscar refugios dónde me pueda sanar. Y así ha sido, así lo he hecho. Instintivamente estoy buscando refugios (casas, ciudades, personas) donde y con quienes me sienta segura y tranquila. Y creo que tal vez es por eso que no me podía mudar de nuevo a otra ciudad, porque me estoy sanando, porque me estoy cuidando, porque todavía no estoy bien, no del todo bien. No rechino de felicidad, pero estoy mejor. No sé de qué me estoy curando, de 200 años de patriarcado, de la idea del amor romántico que aprendí en mi casa y en tantas novelas, de mí misma, de mi cabeza que me hace sufrir, de las muertes de gente (y perros) que he querido con el alma. Me estoy curando de no haberme cuidado por años. Me estoy curando del desamor propio. Me estoy curando del hueco profundo que deja la orfandad. Me estoy curando del daño que me he hecho yo misma. Me estoy curando de tanto drama en mi cabeza. Estoy, como un animal, metida en mi cueva lamiendome las heridas, y aprendiendo quien soy yo. 

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