La vida en movimiento


Hoy escribo desde Lima. Una ciudad que conocí hace unos 15 años de la mano de mi primer marido, y que me encanta desde entonces. Tengo la fortuna de tener oficina acá y en Bogotá, lo que implica que cada cierto tiempo puedo venir a disfrutar de la buena cocina, del mar pacífico, y de los buenos amigos que me ha dado la vida. Es decir, los nuevos amigos (Andrea) y uno de mis amores de la vida (amor de amigo desde los 14), Coque. 

La semana pasada escribí desde San José del Guaviare, hoy desde Lima, y Stefan se burlaba de mi: "uy pero no para", tan envidioso, y sí, no he parado, y lo agradezco.

No me acuerdo quien me dijo hace algún tiempo, la vida ES movimiento. Y como estoy viva, sana, entera, loca, pero con piernas largas y fuertes, pues tomé una decisión consciente: no pienso parar. No mientras tenga un cuerpo sano y fuerte, además de la energía y los recursos para hacerlo. Es una forma de vida que me gusta. Creo que en realidad siempre me he movido mucho, pero por una temporada me quedé detenida en una sola zona, en el Caribe, y además estaba detenida, o más bien paralizada, en mi cabeza, y tenía la falsa idea que no me gustaba viajar. De hecho, un par de veces lo hablé con Manu y Glenda, porque ellos sí que no paran y conocen medio mundo. Yo aseguraba que esa vaina no era para mí, desde una posición bastante corroncha y escondiendo un miedo profundo de tener que viajar sola, porque, como saben, no tengo pareja en este momento, y valga la pena decirlo, no tengo una pareja decente hace muchos años. Lo bueno es que eso cada vez es menos un problema y cada vez más una revelación.

De dónde me habrá salido a mi la idea que para viajar tenía que estar con alguien, es algo nuevo para indagar en la terapia. Creo que tiene que ver con una sensación y necesidad de protección en entornos desconocidos, no sé, me imagino, solo estoy especulando. Afortunadamente es con mi propia vida y no con la economía de ninguna nación.

En este momento me disfruto una empanada de queso sentada en un café en Miraflores, caminé unas dos horas sin rumbo fijo, ví las calles, las casas, los cafecitos. Caminé y caminé, conmigo. Y no me ha pasado nada, que cosa buena. Otro viaje sola que me permite reafirmarme en el ejercicio de la completitud.

No es tan fácil, hay días que pesa. Hay días que dan ganas de tener alguien que le suelte a uno una frasesita de interés, pero pues prefiero este camino al de las soledades mal acompañadas y una vida llena de mentiras y renuncias.

La vida es Movimiento, un nuevo mantra para la vida.

Judy en estos días me dijo, disfrute, viajar es un privilegio. Y es cierto, viajar permite poner muchas cosas en perspectiva, la vida propia, las ideas preconcebidas, los absolutos, la "normalidad". La diversidad es infinita, ese es el mantra de Glen, y cada vez lo entiendo más.

Abrazo la vida y el movimiento, y lo agradezco. Hay mil vidas posibles en una sola vida.

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