Los hilos del tiempo


En los últimos meses pasé por una temporada de angustia y tristeza que no experimentaba hace un rato. Tengo mucha mucha presión en el trabajo, y mis temas emocionales no están muy ordenados. Alcancé a sentir algo de miedo al ver que me estaba, según mi interpretación, "devolviendo" a un estado anímico del que me costó mucho salir. Como saben, sobre todo mis amigos y familia más cercanos, el 2021 fue un año terrible para mí. Aunque, si lo veo en perspectiva, desde el 2018 estaba viviendo una tormenta emocional y espiritual muy complejas. El 2021, tras la muerte de mi papá, se rebozó mi copa y caí en una terrible depresión de la que salí con mucha ayuda de amigos, familia, terapeutas y mis brujas de cabecera, sin clonazaepam, ni prozac. 

La crisis más reciente tuvo que ver, creo yo, con la muerte de mis tíos y de mi prima. Nuevamente con los duelos, la sensación de abandono, de soledad, y otras tantas que andan por ahí guardadas, al parecer, desde hace muchos años. Esas emociones, que en algunos momentos no logro controlar, no me pertenecen a mí. A medida que avanzan las terapias, lo que aparece y se desvela, es que son emociones que le pertenecen a una niña asustada que ya no soy yo. Trabajar esto es muy extraño porque es reconocer muchas cosas que no me gustan, pero ayuda, y mucho, a entender qué dolores son realmente míos, de cuáles me puedo ocupar, y cuáles no me pertenecen y tengo que entregar.

A pesar de estar en medio de unos días muy estresantes y complejos, hoy amanecí mucho más serena, y la sensación de calma va volviendo. Todo se cura, todo pasa, todo se organiza después de las tormentas. Todo se cura con los hilos del tiempo y con paciencia. Todo en esta vida encuentra, en el momento que corresponde, su lugar, y todo se acomoda. 

Hace un rato estaba repasando mis propios escritos. Lo hago de vez en cuando para acordarme de las estrategias de sanación que he ido aprendiendo. En la repasada del blog encontré una entrada que me gusta mucho y que me recuerda algo que Glenda siempre me dice: "Esto también pasará". Es otra manera de decir, Todo se cura. No importa lo fuerte que sea la tormenta, siempre, detrás de las nubes, está el cielo azul. Las tormentas, y las nubes, casi siempre, se forman en nuestra mente y tienen que ver con nuestra percepción. 
La vida no es lo que es, sino lo que somos, y en esa medida, nuestra mente es la que escoge y dibuja nuestro paisaje interior y exterior, que, finalmente, son el mismo. 

Si alguien necesita oír esto, recuerden, "Esto también pasará"

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