Aceptar
Creo que la palabra del día es Aceptación. La palabra de este, y de muchos días. Y no es una palabra fácil. Aceptar hasta con el tuetano es difícil, y, para mí, no aceptar es un acto muy infantil. Así lo siento yo, y estoy hablando de mí. Cuando uno se niega a aceptar y se resiste, hace pataletas y berrinches. Eso he hecho yo, ahora lo entiendo de esa manera. No aceptar es un acto tremendamente infantil. La vida es como es, y también es como somos. Y confieso que me ha costado, muchas veces en la vida, aceptar las situaciones como son. Y me cuesta, además, ver y entender que mi falta de aceptación me pone en una posición infantil. Mi reacción ante las situaciones que no son como yo quisiera que fueran es la de una niña enfadada y caprichosa. Repaso en mi cabeza, entre otros tantos, el dramonon de la relación con mi marido montemariano cuando se "largó con la otra", o cómo me afecta que mi familia no sea como yo quisiera. Hay mil ejemplos, y en este momento, todos y cada uno me avergüenzan, porque me veo a mi misma como una niña pesada y caprichosa que quiere, si o si, que la vida sea de cierta manera. Pero como el universo es maravilloso, y estamos acá para crecer, pues voy entendiendo que esa actitud es arrogante e infantil. La muerte me ha enseñado a las patadas que hay que aprender a renunciar a todo, y a todos. La vida me ha puesto en el camino, sistemáticamente, parejas que no quieren quedarse y no me escogen (insisto, esto lo agradezco, cada vez más lo agradezco, pero llegar a eso me ha tomado un buen tiempo, de berrinches y de resistencia, antes de aceptarlo!).
Hace unos días compartí una entrada en la que hacía mención a un hermoso video de una mujer que narra cómo aceptó la muerte de su compañero. Ella, Antoinette, da varias pistas importantes, una de ellas, y es el nombre del video, es la belleza de rendirse. Su gesto lo dice todo, al soltar las mano y exhalar mientras dice: "If I Only surender", se descarga y deja ir el peso que implica la falta de aceptación. Llevo meses dándole vueltas a estas ideas, pero yo paso mucho tiempo en el plano racional. En mi trabajo, en mis descansos, e incluso, en mi vida espiritual, paso mucho tiempo digiriendo la vida en el plano racional. Llevar a la práctica mis reflexiones me es más difícil, porque no me rindo fácilmente. Porque soy, en parte, una niña consentida que está enranchada en que las cosas sean como quiere que sean, para sentirse protegida, acogida y querida. Pero, como la vida es así, una de las lecciones de mi vida es, justamente, aceptar, y aprender a rendirme a la vida tal como es, para aprender, depronto, que sólo seré aceptada y escogida cuando lo haga conmigo misma. Aceptar, pero no con amargura, no con dolor y sufrimiento. Rendirme y aceptar, con gracia y agradecimiento.
En eso estamos, en eso estoy. No lo niego, es una batalla, una que llevo años dando por dentro. Me quita el sueño y me llena la cabeza de pensamientos autodestructivos. Creo, solo creo, que la que no acepta tan fácilmente es la Karen de la foto que les comparto hoy, y creo que es por miedo. Habrá que terminar de descifrarlo. Siento que en esta entrada me estoy exponiendo mucho, así que no estoy segura si la comparta o no, pero es un primer paso para decirle a la vida, me rindo y acepto.
Agradezco hoy particularmente la presencia de mis amigos en mi vida. Esos que lanzan el salvavidas cuando uno se está ahogando como un marica por lo mismo, por no rendirse y aceptar.
Aceptar, aceptar, aceptar, aceptar, aceptar, aceptar, aceptar, aceptar.
Comentarios
Publicar un comentario