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Mostrando entradas de mayo, 2021

Cuando el miedo abruma

Soy muy consciente de mis conflictos internos con las relaciones, sobre todo a raíz de esa "historia de amor" llena de engaños y apegos de la que les he hablado que viví hace unos años. Soy consciente, cada vez más, de mis miedos, de mis defectos, de mi difícil y agobiante inseguridad. Estoy trabajando en ello, por mí, por mi salud, por mi propia felicidad, por mi búsqueda - interna y honesta - por cambiar ciertos patrones de comportamiento y pensamiento que me han dañado desde niña. He trabajado, en varias y diferentes terapias, en el hecho de reconocer el daño que hace identificarse con la relación de los padres. En mi caso, una relación de padres separados, que después de estar juntos por más de 25 años, deciden hacernos a todos el favor de separarse y permitirnos salir del infierno. Una relación de pareja basada en engaños, mentiras, traiciones, infidelidad, culpas, compromisos absurdos, apariencias, en fin, una larga lista de situaciones incomodas para los hijos y para e

Coincidir

La vida siempre nos da sorpresas, y algunas veces estas son buenas coincidencias. La historia de esta entrada corresponde a una de esas cosas que nos pasan a las que decidimos llamar casualidad, destino, caos, como prefieran...este fin de semana en un momento lo llamamos accidente... y además de tener sentido, es una buena analogía para entenderla.  Unos años después de terminar definitivamente la horrorosa relación con mi marido Montemariano, decidí una noche que ya estaba bueno de andar tan sola, y me suscribí a Tinder. Nunca lo había usado, me habían hablado de esa plataforma pero no me había atrevido a dar el paso. Me daba entre miedo y vergüenza usarla. Miedo por encontrar enfermos (y sí que los hay), vergüenza encontrarme a algún conocido del trabajo, en fin, pendejadas. Superé mi pendejada y cree un perfil en Tinder. Al no tener fotos mías en el teléfono acudí a Google y encontré un par de fotos viejas que acompañaban algún artículo o alguna referencia a mí en internet. Decidí u

Los hechos: la escena de la vaca

Un día de descanso del trabajo, un sábado, normalmente mi marido montemariano se iba a su pueblo a trabajar en su parcela o a estar con su familia, con alguna moza, lo que fuera. Se quedaba a veces bebiendo en una de esas cantinas, y yo, abnegada mujer que espera, estaba en el pueblo haciendo otras cosas hasta que llegaba la hora del atardecer y empezaba mi agonía por ver que no aparecía.  Un sábado, decidida a cambiar la dinámica del fin de semana, y creo yo que también buscando reducir sus posibilidades de ponerme cachos, le dije que me iba con él a su pueblo. Nos montamos en la moto temprano, cogimos la carretera y llegamos al destino esperado. Llegamos a la casa de sus papás y en la parte de atrás, en el rancho de la casa, estaban descuartizando una vaca que había caído muerta en el potrero en la noche. Sin saber la causa de la muerte del animal y esperando aprovechar algo de la carne, el matarife del pueblo, "El Puto", estaba con machete y cuchillo en mano sacando tajos

Sobre mi propio malquerer

 Tengo amigas que insisten en que los hombres nos quieren mal y que son malos. Yo insisto en que el malquerer es una situación que viene del hecho de que nunca nos hemos querido bien. Las mujeres de este Macondo no sabemos lo que es un buen querer, porque nos odiamos a nosotras mismas. Nos esforzamos por vernos y sentirnos diferentes. Nos empeñamos en no ser nosotras mismas.  Nos enfrascamos en querer ser perfectas para otros y para que nos envidian los ojos de otras. Es tan poderoso el sistema patriarcal que nos enseñó a odiarnos a nosotras mismas y a ver en las demás una  desleal competencia. Y cuál es el premio... el mal marido que mal nos quiere.

Malquerer

¿Cómo resignificar lo vivido? Quedarse con la idea del mal amor, de la traición y de la víctima del maltrato y la infidelidad no son una opción para mí. Creo que por esa razón retomo este ejercicio y he hecho tantos intentos por entender cómo llegué hasta allí y no repetirlo jamás.  Lo que pasó en esa relación era la crónica de una muerte anunciada. Se veía venir, y aún así, decidí quedarme allí, esperando, sufriendo, pasando horas amargas sintiéndome menospreciada.  Cómo puedo re significar todo eso... dándole la vuelta a mi vida, hoy, ahora, cambiando de lugar .. ya no soy una espectadora, soy la protagonista de mi vida y en esta historia no habrá más maltrato ni mal querer...

Antecedentes: por qué llegué a Montes de María

En el año 2014 acepté una oferta de trabajo con una organización que se dedica a temas ambientales y productivos en la región de los Montes de María. La idea era pasar un par de días en campo y evaluar el desempeño de un proyecto que estaba en curso y ver sus posibilidades de replica y/o de ampliación. Nunca había trabajado en esta región, no la conocía y me generaba curiosidad. Como siempre me ha gustado recorrer el país y conocer más de las historias de la gente, oír de su propia voz la historia que han vivido, pues acepté encantada la oferta. Con esa expectativa llegué al pueblo en el mes de Junio, pensando en estar allí un par de días, hacer entrevistas, algunos recorridos y conocer la región. Al involucrarme en el proceso y asumir más responsabilidades, lo que era una visita de una semana, a lo sumo, se convirtió en un cambio total de vida para mí. La visita no fue de 5 días sino de 5 años.  Al llegar al pueblo yo tenía una relación de pareja estable, muy bien organizada. Para el

Los hechos: La formalización de la relación con un Montemariano.

La historia podría resumirse en que me enamoré de mi mototaxista y que me fui a vivir con él, muy a pesar de conocer las diferencias culturales y todo lo que ello implicaba en una relación de pareja. Pero, si lo cuento así, no puedo entender los detalles que me llevan al proceso que necesito hacer, y el blog no tendría gracia.  Muy rápidamente, después de un par de meses de tener encuentros a escondidas con J, estábamos viviendo juntos, muy organizados, en un apartamento donde teníamos una cama, una hamaca, una mesa con dos sillas y la moto, por supuesto, parqueada en la noches en la mitad de la sala.  Después de unas semanas compramos una nevera, pero nada de eso parecía importante, porque a pesar de vivir en un pueblo que llega a los 45 grados centígrados en los Montes de María, yo sentía que nada me faltaba. Lo tenía a él, ¡¿para qué quería agua fría?! Lo que yo no calculé muy bien fue el efecto nefasto de meterme con el galán del pueblo, quien no solo tenía una debilidad por las pe

Mi lugar de enunciación

Estudiando aprendí que en investigación social es muy importante definir el lugar de enunciación, es decir, el lugar desde el que se abordan y exponen las reflexiones que se presentan a nombre propio.  El lugar de enunciación, en este caso, parte de un ejercicio de reparación individual, una negociación que decidí establecer conmigo misma para definir las condiciones del contexto en el que se dio una relación de pareja que me llevó al límite de la existencia soportable. Acá, pretendo revisar el contexto en el que viví, las condiciones del lugar, las condiciones de mi propia crianza, mis miedos y mis prejuicios... todo lo que me permita entender por qué llegué a ese lugar indeseable y oscuro: sentirme perdida, desubicada, lastimada y apaleada por las circunstancias. Una situación perfectamente novelesca que le quedaba bien a La Fiera y que yo, por ciega y sordomuda, interpreté como la mejor de las actrices mexicanas o venezolanas. Me permití llegar al límite, un límite que espero nunc

La renuncia a la vida propia por la vida del otro...

La idea del amor puede ser profundamente dañina para nuestras vidas. Crecer viendo novelas tiene un efecto nocivo para la salud mental. La idea del amor romántico nos lleva a pensar que somos de y para otro, que no somos de nosotros mismos y, en el caso de las mujeres, que nos debemos entregar en alma vida y corazón a nuestras parejas. La renuncia a la vida propia, a la autonomía y a la construcción de un proyecto de vida individual, es la condición de una relación de pareja convencional, es decir, en los términos que el machismo ha impuesto a las mujeres.  Mi Vida en Macondo es un ejercicio de reflexión personal que comencé a raíz de los problemas que tuve en una relación de pareja con una persona de la Costa, oriundo de un lugar de esta geografía donde viví varios años. Al estar con él llegué a pensar que había encontrado la realización, la materialización de la idea del amor que me acompaña desde los 17 años - esa que comencé a construir cuando recorría las playas del Tayrona de la

Santa Marta y la idea del amor...

Mi vida en Macondo comenzó hace muchos años. Tal vez por ser Colombiana soy parte de Macondo desde mi nacimiento. Pero, al ser de Bogotá, entiendo Macondo como ese espacio creado por la literatura de García Márquez donde vuelan mariposas amarillas y sucede el realismo mágico. Esto, en mi imaginario personal, pasa en el Caribe, y en particular, en la Costa Caribe Colombiana.  Cuando era una niña pasaba mis vacaciones en Santa Marta. Yo soy de Bogotá (ya lo había dicho), de allá donde nos abrigamos y andamos encorvados buscando conservar el calor del cuerpo y mostrar la menor cantidad de piel que se pueda. Al menos era mi estilo. Las vacaciones se daban al final del año y duraban de uno a dos meses. Casi siempre las pasamos en compañía de familiares y amigos. Era uno de mis momentos favoritos del año. Me gustaban desde niña el mar, la playa, los colores del mar, el calor, el sabor del mango de azúcar y las paletas de kola. Mi cercanía con las personas de la región se reducía a algunos co